martes, 19 de diciembre de 2017

La Inmaculada Concepción, patrona de España

Los reyes de la Corona de Aragón figuran entre los primeros y más firmes defensores del culto a la Inmaculada Concepción, al igual que posteriormente los Austrias y Carlos III

Luis Negro Marco / Historiador y periodista

 Bien podría decirse que el puente de la Inmaculada es para los españoles el comienzo del período navideño. Desde la llegada de la democracia, el día de la Constitución y el de la Inmaculada conforman un sólido binomio festivo, coincidiendo –con tal solo un día de por medio– una celebración civil (el día de España, el de la fiesta de la democracia), con otra de carácter religioso, pero que siglos atrás, estuvo muy vinculada a la monarquía hispana.

  No fue hasta el 6 de diciembre de 1661 cuando el papa Alejandro VII promulgó la bula “Sollicitudo Omnium Ecclesiarum”, en la que se reafirmaba la doctrina y culto de la Inmaculada Concepción de María. Un hecho que satisfizo especialmente a la monarquía hispana, representada entonces por el rey Felipe IV, quien desde el comienzo de su reinado los había impulsado. Sin embargo, aquella bula papal sobre la inmaculada concepción de María, no alcanzaba todavía la categoría de dogma, y hubo aún de transcurrir un período de casi dos siglos, hasta que, el 8 de diciembre de 1854, Pío IX  lo declaró mediante la bula “Ineffabilis Deus”.

"Inmaculada Concepción". Óleo sobre lienzo del pintor
español Acisclo Palomino (1656-1726).
Museo Calasancio (Madrid).-
 Pero el hecho de que los Austrias españoles (todos, hasta Carlos II, último rey de la dinastía en España), se decantaran por la doctrina de la pureza de María, parecía obedecer más a intereses políticos que religiosos, y tuvo mucho que ver con la Reforma. Precisamente este año se ha cumplido el quinto centenario de aquel 31 de octubre de 1517, en que Martín Lutero  clavó en la puerta de la iglesia del palacio de Wittemberg (en Alemania) sus 95 tesis sobre la reforma protestante de la iglesia. Y cuando los países del Norte de Europa abrazaron sus nuevos postulados, muy posiblemente lo hicieron más pensando en poder esgrimirlos como bandera política contra el católico imperio español de los Austrias, que por convencimientos piadosos y deseos de justicia social. Las tensiones alcanzaron su punto álgido un siglo después, cuando a partir de 1618 Europa se enzarzó en una cruenta guerra de devastación, de trasfondo religioso (la Guerra de los Treinta Años), a cuya finalización, en 1648,  el imperio español de los Austrias había quedado muy debilitado.

 Reinaba entonces en España Felipe IV, muy precisado por mostrar una imagen de fortaleza, de la que en realidad carecía, pues estaban en juego no solo los reinos y posesiones españolas en el continente, sino también las provincias de América y Asia (Filipinas, Guam y Las Carolinas). De manera que, en tan serio trance, la religión se vislumbró como un gran instrumento de propaganda para ambos bloques en liza. De ahí que frente a la consideración humana de María por parte de la iglesia reformada, la casa de Habsburgo reinante en España defendiera la divinidad y pureza de la Virgen. Un argumento, por otro lado, coherente con lo que siglos atrás habían defendido los reyes de la Corona de Aragón. Fue el caso del monarca Jaime I de Aragón, quien prestó todo su apoyo a San Pedro Nolasco en su proyecto fundacional de  la Orden de los Mercedarios, cuyo hábito blanco hace referencia, precisamente, a la pureza inmaculada de la Virgen.  Y lo mismo haría después el rey Juan I de Aragón, quien en el año 1394 publicó un edicto en favor de la Inmaculada Concepción.

 Siglos después, el arte español del barroco será fiel reflejo de aquellas inquietudes religiosas, destacando de manera muy especial el artista sevillano Esteban Murillo (1617-1682), de quien este año se está celebrando el cuarto centenario de su nacimiento. Fue el más célebre de los pintores españoles en cuanto a la representación de la Inmaculada Concepción, de acuerdo a modelos anteriores de artistas alemanes como Rubens, y grabadores flamencos, caso del belga Hyeronimus Wierix. En las pinturas de la Inmaculada,  la Virgen es representada de pie, rodeada de ángeles y nubes, en un ambiente celestial, vistiendo por lo general túnica blanca, símbolo de pureza y castidad y manto azul, expresando con estos colores la espiritualidad de su persona y su concepción inmaculada, en el momento de la Anunciación.

 La identificación del color blanco con el de la pureza inmaculada de la Madre de Jesús, se remonta ya a los primeros años del cristianismo, cuando el papa Liberio (cuyo pontificado se extendió entre los años 352 y 366) fundó la basílica de Santa María de las Nieves en Roma. Nombre que recibió porque su planta habría sido trazada por la propia Virgen María en el monte Esquilino, tras una milagrosa y blanca nevada que había acaecido en pleno mes de agosto. Y precisamente, fue también Esteban Murillo quien hacia 1665 pintó, por encargo del clero andaluz, dos cuadros monumentales (ahora en el Museo del Prado) sobre este asunto. Dichos lienzos, que se colocaron en el interior de la iglesia sevillana de Santa María la Blanca, sirvieron para conmemorar la bula que Alejandro VII había promulgado cuatro años atrás, reafirmando la doctrina y el culto de la Inmaculada Concepción.

 Ya cuatro décadas después, durante la Guerra de Sucesión (1701-1713), el Archiduque Carlos manifestó en Valencia –fue el 8 de diciembre de 1706, en la basílica de la Virgen de los Desamparados– su firme voluntad de defender, caso de llegar a reinar en España, la doctrina de la inmaculada concepción de María. Pero fue, no obstante, un rey de la casa de Borbón, Carlos III, quien hizo realidad aquella promesa. Y durante su reinado, a propuesta de las Cortes, el monarca dirigió  a Clemente XIII una petición para que nombrara a la Virgen, bajo el misterio de la Inmaculada Concepción, patrona de España y de las Indias. A lo que el papa accedió mediante la publicación, el 8 de noviembre de 1760, del Breve “Quantum Ornamenti”, prescribiendo su liturgia para el 8 de diciembre, tal y como ahora la celebramos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.