miércoles, 14 de febrero de 2018

San Valentín, la fuerza de la unión matrimonial

(Artículo publicado en El Periódico de Aragón el 14 de febrero de 2018)

Un corazón por San Valentín

Luis Negro Marco 

 Luperco, fue el nombre que los romanos dieron al dios de la naturaleza, al que los griegos llamaron Pan. Y las Lupercalia fueron las fiestas que, durante siglos, en su honor, se celebraron anualmente en Roma. Manifestaciones que tenían su punto álgido el día 15 de febrero, y estaban estrechamente relacionadas con la luz y el calor de la primavera próxima, la fertilidad y el renacimiento de la naturaleza. En aquel día, grupos de jóvenes, con un cinturón ceñido a la cintura, corrían por la ciudad zurrando a cuantos encontraban con correas de piel, al tiempo que las mujeres tendían las manos para que les pegaran en ellas, en la esperanza de no quedar estériles, o evitar los dolores del parto.

  Con la llegada del cristianismo, la tradición fue asimilada y transformada, de manera que  a finales del siglo V, el papa Gelasio I dedicó el 14 de febrero a San Valentín, muerto en Roma, bajo las persecuciones del emperador Claudio II, en el año 270. A partir de entonces, las Lupercalia se transmutaron en una apelación a la juventud cristiana para que sintiera la necesidad de consagrar su unión a través del sacramento del matrimonio, como garante de fortaleza (valens) y de un futuro de prosperidad y felicidad para ellos y su descendencia.

 La fiesta continuó celebrándose, y llegado el siglo XIV, el poeta inglés Geoffrey Chaucer (1343-1400) la mencionó en uno de sus versos: “Todas las aves buscan su pareja en el día de San Valentín. Igualmente, desde el siglo XVI –al menos– en naciones como Inglaterra, Italia y Francia, se celebraban las fiestas «Valentinas». Las mismas tenían lugar en la víspera y en el día de San Valentín, siendo sus protagonistas las parejas que habían contraído matrimonio en el año en curso, así como los jóvenes solteros de ambos sexos, que
recibían el nombre de «valentinas» y «valentines». Los ya casados realizaban un sorteo para formar las parejas de quienes aún seguían solteros. A partir de ese momento el joven contraía la obligación de obsequiar con regalos a su pareja y ser galante con ella. En caso contrario, llegado el domingo que marcaba el ecuador de la Cuaresma, la joven anulaba la relación, teniendo el derecho añadido de poder quemar un muñeco de paja, que evocaba la efigie del joven descortés, ante la puerta de su casa. A pesar de todo, muchos fueron los matrimonios que se materializaron gracias a esa costumbre ancestral que perduró hasta el siglo XIX.

 Asimismo, a lo largo de semanas, hasta Pascua, «valentinas» y «valentines» llevaban los nombres de sus parejas, escritos en un papel, colgados en el pecho, a la altura del corazón. De ahí la generalizada representación de esta imagen en la actualidad. Más tarde se popularizaron las tarjetas de felicitación por San Valentín, siendo la más antigua una del año 1400, conservada en el British Museum de Londres. Asimismo, ya en el siglo XIX, la avispada industria victoriana de Inglaterra supo transformar la festividad de San Valentín en un día comercial, y en 1861, el empresario chocolatero John Cadbury tuvo la feliz idea de fabricar bombones en forma de cupidos y rosas, colocándolos en artísticas cajas con apariencia de corazón. De este modo, una vez saboreados los dulces, el continente se convertía en un preciado cofre donde las parejas podían guardan sus románticas cartas de amor. Feliz día de San Valentín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.