(Artículo publicado en EL PERIODICO DE ARAGÓN, el 23 de abril de 2018)
San Jorge,
libros y rosas
Luis
Negro Marco / Historiador y
periodista
El nombre de San Jorge deriva del griego: (georgos) compuesto, a su vez de las palabras Ge (tierra) y Ergon
(obra), de manera que su traducción literal vendría a ser la de “labrador”. De
hecho, el poeta romano Virgilio –en el siglo I a. C.– dio este nombre, «Las Geórgicas», a su célebre y
vasto poema en el que describía las distintas labores agrícolas a lo largo del
año.
Protagonista de multitud de relatos,
considerados la mayoría de ellos apócrifos por la Iglesia, la leyenda del
caballero San Jorge luchando contra el dragón, aparece tardíamente, a finales
del siglo XIII. Época a tener en cuenta, por cuanto (como
santo guerrero que lucha contra el mal, propiciando la victoria), se produjo en los tiempos de las Cruzadas (en tierras
de Palestina, Siria y Jerusalén), y en los últimos siglos de la Reconquista.
Del mismo modo, los nuevos y poderosos estados
y monarquías que surgían por entonces en Europa, requerían de una legitimación
no solo terrenal sino también (y fundamentalmente), divina. Por ello los reyes
empezaron a invocar el nombre de San Jorge en las guerras, y se creó la
invención de su milagrosa intervención en las batallas. Así ocurrió en Huesca,
en la batalla de Alcoraz (año 1096), y posteriormente en 1237, en la batalla
del Puig, durante la conquista de Valencia.
San Jorge y el dragón. Cuadro de Giovanni Bellini (1430-1516) |
Y como auxiliador e intercesor, la devoción a
San Jorge está también muy ligada a la naturaleza y las fechas iniciales de la
primavera en las que comienza el nuevo ciclo agrícola. No en vano, en el Breviario
romano figura –tres semanas después de
la suya–la fiesta de San Isidro Labrador (15 de mayo). Y a apenas unos días del
solsticio de verano (preludio de la recolección), la de San Lamberto (19 de
junio), patrón de los agricultores aragoneses.
Por esta razón, muchas canciones y poema medievales
dedicados a San Jorge, lo presentan como el libertador de la primavera,
abriendo con sus llaves los cielos y la tierra, lugares en los que había quedado
prisionera durante el invierno, por el hielo. Otros poemas lo contemplan como
el labrador que ara la tierra, haciendo brotar en ella la hierba y el rocío (la
rosada), cuyas gotas –caídas sobre los pétalos de las rosas, al alba de este día–
se creía tenían las propiedades de ser fuente de fertilidad y remedio contra
las enfermedades de las personas y del ganado. Y asimismo, San Jorge es también
el día del libro, en recuerdo de Cervantes y Shapeskeare, y cómo no, de la
rosa, flor que de haber llevado otro nombre, difícilmente sería tan bella y
olería tan bien, indistintamente del lugar del mundo en que brote y (junto a un
libro), se regale.
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