El
aguinaldo, símbolo del año nuevo
Luis Negro Marco / Historiador y periodista
Dibujo de Postigo, ilustrando el presente artículo en la edición impresa de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN del día 2 de enero de 2019 |
Asimismo, en recuerdo de la deidad Estrenia (de donde deriva la palabra inglesa
strong, fuerte), en Francia, a los
regalos que se ofrecen por año nuevo se les llama Étrennes, del mismo modo que en España se les conoció con el nombre
de Estrenas.
Sobre la costumbre de celebrar el comienzo o
estreno del año nuevo, cabe señalar que ya los druidas (como el Panorámix del
irreductible pueblo galo de Astérix y Obélix)
solían celebrar el comienzo del año –hace ya más de 2.000 años– cortando el
muérdago que crecía en los robles, árboles se consideraban sagrados. De hecho,
la celebración del comienzo del año nuevo –y por ende, del nacimiento– no fue
en principio una costumbre cristiana sino pagana, siendo posteriormente asimilada,
a lo largo de los siglos, por la Iglesia.
Dicha celebración pagana, se simbolizaba con una ofrenda, al
igual que en los belenes navideños los
pastores y los Reyes Magos ofrecen sus
presentes al Niño Jesús ante el portal de Belén.
Entre la humilde plebe del mundo romano, un
higo-pasa, un dátil, o una moneda de cobre, entre otros, eran los regalos
comúnmente ofrecidos, como símbolo de reconocimiento, respeto y aprecio. Claro que la clemencia y magnanimidad de los
grandes personajes, les obligaba a corresponder con creces a la gratitud hacia
ellos demostrada. Así, Augusto (fundador de Caesar
Augusta, y primer emperador de Roma) acostumbraba a devolver el doble de lo
que recibía; y Tiberio llegó a cuadruplicar la devolución, lo que provocó la
ambición del pueblo, que en espera de recibir multiplicado por cuatro lo regalado,
empezó a ofrecer al emperador más y más aguinaldos en el año nuevo. De manera
que, fastidiado por el gran número de recepciones a las que se veía obligado a corresponder, el
emperador les puso coto, y acabó prohibiéndolos. No obstante, el estrambótico Calígula
restableció la costumbre, de manera que con el breve intervalo del reinado de
su tío Claudio (que decidió la supresión) pervivió la costumbre de dar
aguinaldo hasta la caída de Roma, en el año 476 de nuestra Era.
Sin embargo, aunque ya no oficialmente, la
costumbre de dar (y pedir) aguinaldo, siguió hondamente enraizada en la
sociedad medieval posterior, máxime teniendo en cuenta que era una forma de
compensar las grandes desigualdades sociales existentes, y un modo de aliviar
las acuciantes necesidades de la población, subyugada al férreo control del
poder feudal.
En
España, la costumbre del aguinaldo continuó viva durante todo el período de
dominación musulmana, y con su misma acepción simbólica. Mayans i Siscar, en su
libro “Orígenes de la lengua española”
(1737), señaló para “aguinaldo”, el significado de «día de nacimiento». Palabra
castellana que muy probablemente derive del árabe almilad (nacimiento).
Por lo demás, la relación entre la Navidad y el aguinaldo, se
constata también en las «misas de aguinaldo»,
novenas eucarísticas que se celebran (ahora solo en algunos países de
Hispanoamérica), justo antes del alba, y durante los nueve días anteriores al
25 de diciembre, natividad de Jesús.
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