viernes, 4 de enero de 2019

Almilad,"nacimiento", estreno, y fuerza. El aguinaldo como óbolo y augurio de prosperidad

El aguinaldo, símbolo del año nuevo

Luis Negro Marco / Historiador y periodista

Dibujo de Postigo, ilustrando el presente artículo en la
edición impresa de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
del día 2 de enero de 2019
  El aguinaldo, regalo que es común ofrecer a los empleados por Navidad, es –como muchas de las tradiciones propias de este tiempo de Pascua–, una costumbre que hunde sus raíces en la profundidad de la Historia. En este caso, nos retrotrae hasta el siglo VIII antes de nuestra era, coincidiendo con la fundación de Roma, en el año 754 antes del nacimiento de Cristo.  Así, el origen del aguinaldo, como ofrenda anual, se atribuye a Tacio, rey italiano del pueblo de los sabinos, contemporáneo del latino Rómulo (primero de los reyes de Roma), quien recibió ramos cortados en el bosque sagrado de la diosa Estrenia (la Fuerza), en reconocimiento a sus triunfos (quia viris strennis dabantur –«porque solo a los hombres fuertes se les daba»). De ahí que todavía hoy, las hojas de roble sean el distintivo militar de los oficiales de más alta graduación en muchos de los ejércitos del mundo.

 Asimismo, en recuerdo de la deidad Estrenia (de donde deriva la palabra inglesa strong, fuerte), en Francia, a los regalos que se ofrecen por año nuevo se les llama Étrennes, del mismo modo que en España se les conoció con el nombre de Estrenas.

  Sobre la costumbre de celebrar el comienzo o estreno del año nuevo, cabe señalar que ya los druidas (como el Panorámix del irreductible pueblo galo de Astérix y Obélix) solían celebrar el comienzo del año –hace ya más de 2.000 años– cortando el muérdago que crecía en los robles, árboles se consideraban sagrados. De hecho, la celebración del comienzo del año nuevo –y por ende, del nacimiento– no fue en principio una costumbre cristiana sino pagana, siendo posteriormente asimilada, a lo largo de los siglos, por la Iglesia. Dicha celebración pagana, se simbolizaba con una ofrenda, al igual  que en los belenes navideños los pastores y los  Reyes Magos ofrecen sus presentes al Niño Jesús ante el portal de Belén.

 Entre la humilde plebe del mundo romano, un higo-pasa, un dátil, o una moneda de cobre, entre otros, eran los regalos comúnmente ofrecidos, como símbolo de reconocimiento, respeto y aprecio.  Claro que la clemencia y magnanimidad de los grandes personajes, les obligaba a corresponder con creces a la gratitud hacia ellos demostrada. Así, Augusto (fundador de Caesar Augusta, y primer emperador de Roma) acostumbraba a devolver el doble de lo que recibía; y Tiberio llegó a cuadruplicar la devolución, lo que provocó la ambición del pueblo, que en espera de recibir multiplicado por cuatro lo regalado, empezó a ofrecer al emperador más y más aguinaldos en el año nuevo. De manera que, fastidiado por el gran número de recepciones a  las que se veía obligado a corresponder, el emperador les puso coto, y acabó prohibiéndolos. No obstante, el estrambótico Calígula restableció la costumbre, de manera que con el breve intervalo del reinado de su tío Claudio (que decidió la supresión) pervivió la costumbre de dar aguinaldo hasta la caída de Roma, en el año 476 de nuestra Era.

 Sin embargo, aunque ya no oficialmente, la costumbre de dar (y pedir) aguinaldo, siguió hondamente enraizada en la sociedad medieval posterior, máxime teniendo en cuenta que era una forma de compensar las grandes desigualdades sociales existentes, y un modo de aliviar las acuciantes necesidades de la población, subyugada al férreo control del poder feudal.

  En España, la costumbre del aguinaldo continuó viva durante todo el período de dominación musulmana, y con su misma acepción simbólica. Mayans i Siscar, en su libro “Orígenes de la lengua española” (1737), señaló para “aguinaldo”, el significado de «día de nacimiento». Palabra castellana que muy probablemente derive del árabe almilad (nacimiento).  

 Por lo demás, la relación entre la Navidad y el aguinaldo, se constata también en las «misas de aguinaldo»,  novenas eucarísticas que se celebran (ahora solo en algunos países de Hispanoamérica), justo antes del alba, y durante los nueve días anteriores al 25 de diciembre, natividad de Jesús.


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