Portada del último libro del historiador, escritor y filósofo, Fernando García de Cortázar, publicado en diciembre de 2018 por EDICIONES ENCUENTRO |
Fernando García de Cortázar (Bilbao,
1942), es uno de los más prestigiosos y reconocidos historiadores de España,
galardonado con el Premio Nacional de Historia en 2008. Con más de setenta
libros y cientos de artículos publicados, acaba de presentar un nuevo e
interesante trabajo: “Católicos en tiempos de confusión” (Ediciones
Encuentro), en el que García de Cortázar reivindica el humanismo de la tradición
cristiana para el fortalecimiento de las ideas de libertad, justicia social,
progreso colectivo y conciencia histórica, propios de la civilización
occidental.
Luis Negro Marco
¿Tiene
nuestra sociedad actual un carácter lo suficientemente humanista como para que
se vislumbre un futuro de esperanza?
Fernando García de Cortázar. Uno de los grandes historiadores y pensadores españoles contemporáneos |
¿Cree
que la actitud hasta ahora manifestada por la Conferencia Episcopal Española
trasluce un compromiso firme en la defensa del Estado de Derecho y el
ordenamiento constitucional?
Las declaraciones, en general de la
Iglesia y también de la Conferencia
Episcopal Española suelen tener una gran
dosis de ambigüedad cuando se trata de la defensa de un Estado y una
Constitución que algunos eclesiásticos impugnan. El nacionalismo catalán ha
venido aplaudiendo toda manifestación del clero a favor no sólo de la defensa
de la apreciable identidad de un pueblo sino incluso de que esa identidad
solamente pueda realizarse mediante la
liquidación de España. Pero cuando la Conferencia Episcopal Española ha defendido
el bien común de la unidad de los españoles
ante el grave riesgo de su fragmentación, los independentistas catalanes
han puesto el grito en el cielo. Entonces es cuando le han exigido silencio a
la Iglesia.
Iglesias
en Cataluña lucen lazos amarillos en sus fachadas y en muchas plazas se han
colocado cruces (símbolo de los cristianos), en solidaridad con los políticos
presos. Y la Iglesia ha guardado silencio ¿Qué reflexión le merecen estos
hechos?
El nacionalismo como hijo del carlismo,
prendió con fuerza en las zonas donde se atrincheraron las fuerzas contrarias a la España constitucional. Donde hubo carlistas, se dice, hubo curas y hay independentistas.
Y la imagen del cura trabucaire, fanático,
antiliberal y asilvestrado está
muy presente en la literatura española. Y se repite en zonas del interior de Cataluña. Algunos
pensamos que la Iglesia debería
abandonar su vieja teoría que atribuye una misteriosa importancia espiritual a
eso que llamamos “naciones o nacionalidades” y la que propone que el derecho de
autodeterminación de los pueblos es una exigencia ético-política y religiosa
evidente. La Iglesia en Cataluña es muy nacionalista y por ello la jerarquía ha
guardado silencio ante los desmanes independentistas de su pueblo.
El ya endémico conflicto entre educación
pública y privada y entre educación pública y religiosa ¿no cree que es también
la propia Iglesia la responsable de que no se haya todavía resuelto y superado?
Tenemos que tener claras las ideas y
evitar la demagogia que se cuela con facilidad en la discusión sobre la
enseñanza. La educación es un servicio público
y tiene que ser garantizada por el Estado pero la iniciativa, la gestión
deben ser sociales. La Iglesia como agente social y, en España, con una larga
trayectoria educativa, más que la del
propio Estado, puede ejercer su
actividad docente mientras sea reclamada por la sociedad. Otra cosa bien
distinta es que la Iglesia se empeñe en hacer de la asignatura de la religión
una pura catequesis para creyentes y no utilice esa disciplina como elemento
cultural indispensable en una formación humanista de los alumnos. Y también se
debe manifestar con claridad que no todas las religiones han tenido la misma
relevancia en la formación de nuestra cultura.
¿Por
qué la Iglesia tiene tantos problemas en explicar que sus valores han sido la
base de la civilización occidental?
A lo largo de su historia la Iglesia no
ha sido un adalid de las libertades y la democracia, por lo que los
eclesiásticos no saben ni lo han sabido nunca que, paradójicamente, el mensaje
evangélico está en el origen del caminar del hombre en busca de la
igualdad y su liberación. Ahora que
conmemoramos el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos debemos recordar que en cada uno de los principios promulgados en 1948, resuena un mensaje
que los cristianos no hemos dejado de
llevar al mundo desde que se enunció por vez primera en palabras de Jesús hace veinte siglos.
¿Cuáles son los principales retos que la Iglesia y los cristianos habrán de afrontar en el presente y el futuro inmediato?
¿Cuáles son los principales retos que la Iglesia y los cristianos habrán de afrontar en el presente y el futuro inmediato?
Los católicos hemos de recobrar
nuestra responsabilidad ante lo que está ocurriendo. No debemos limitarnos a
dar consuelo a las victimas de la injusticia, apoyo a quienes sufren la miseria
o atención a los marginados. Nos corresponde proclamar que nuestra idea de la
dignidad del hombre nos exige denunciar el escándalo de la pobreza. A nosotros
nos atañe la denuncia de lo que tanto ha empobrecido materialmente a los
ciudadanos. A nosotros se nos exige que alcemos la voz para manifestar que es
nuestro cristianismo no cualquier forma de solidaridad o cualquier impulso
compasivo el que nos compromete en la defensa de los seres humillados y en la
rehabilitación de una sociedad desguazada en los valores que la constituyeron. Nos
corresponde regresar al espacio público, a la arena política, al conflicto
social, a la tierra en la que el cristianismo durante veinte siglos no ha
dejado de dar la voz de alarma justa, la palabra adecuada de consuelo, el grito
de escándalo ante el atropello.
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