martes, 1 de abril de 2014

Hoy, 1 de abril se cumplen cuatro años desde el fallecimiento de Francisco Negro Láinez, testigo del Amor de Dios a lo largo de sus 94 años de santificada vida

    
Francisco Negro Láinez, un hombre bueno

                                                              (  Bello, 1915 - Zaragoza, 2010 )
       
Luis Negro Marco / Santiago de Compostela

El día 1 de abril de 2010, hace hoy cuatro años, fallecía en Zaragoza, a los 94 años de edad, y tras una larga enfermedad, Francisco Negro Láinez, nacido en Bello, el 26 de septiembre de 1915, siendo sus padres Bienvenido Negro Alamán, natural de Cella  y María Teresa Láinez Beltrán, de Navarrete del Río. Hizo sus primeros estudios en el colegio que los Padres Escolapios tenían en Daroca, siendo su primer maestro el padre Pedro Burgués, y el padre Juan Carrato que estaba al frente del célebre Observatorio Aéreo de Daroca, el cual había instalado en lo alto de una torreta, encima del Colegio de los Escolapios, muy cerca de la Puerta Alta. 
Una vez acabado segundo de bachiller, Francisco Negro decidió dejar los
Francisco Negro en una foto tomada en la Virgen del Buen
Acuerdo (Gallocanta) en 1996.- Sus padres, Bienvenido y
María Teresa tuvieron 11 hijos, dos de ellos sacerdotes.
estudios y ponerse a trabajar con su hermano, que vivía en Alcañiz y era recaudador de contribuciones, llevando a cabo con él este trabajo en los pueblos de las zonas de Aliaga, Castellote y Montalbán. En Alcañiz, se afilió también al partido Carlista, llegando a ser presidente comarcal de la Juventud Tradicionalista (carlista) de Alcañiz", cargo que desempeñaba cuando comenzó la Guerra Civil.
 El mismo 18 de julio de 1936, Francisco Negro se trasladaba, a Cambrils, a pasar las vacaciones con su hermano y su mujer; allí, un día, estando en la playa, acudieron unos policías y les obligaron a los tres a ir a la casa en que vivían, les tomaron declaración y revolvieron toda la casa creyendo que tenían armas escondidas. Iban con un miliciano, y por las noches, que tenían costumbre de subir a la terraza, les obligaban a bajar de ella; es decir, estaban vigilados.
Su hermano representaba en Cambrils a una casa de seguros y tenía allí a un
Mis padres, Generosa y Francisco, en su casa de Zaragoza, en el año 2006.
La sencillez, la Fe, honradez, amor a sí mismos y hacia sus hijos, así como la
solidaridad con los más necesitados, fue la constante de toda su  vida. Todo
un ejemplo de humaniddad y sensibilidad, espejo del amor de Dios.

agente que  era del Comité Local y a través de él, consiguió unos salvoconductos y pudieron salir hasta Valencia, en donde se hospedaron en casa de un tío de ellos, Julio Negro, En la casa donde vivían, había escondidas algunas imágenes de la Iglesia, teniendo la suerte de que nunca la registraron. En la Valencia de la guerra, Francisco Negro y su hermano Luis se dedicaban a recoger envases de vidrio por las calles y bares a los que
suministraba bebidas la fábrica propiedad de su tío, y luego los vendían. Él, además, y sobre todo, se dedicaba a formar en las interminables colas para comprar alimentos.

  Pero como era joven, y con idea de pasarse a la zona nacional,  Francisco decidió, en el verano de 1937, enrolarse en el ejército republicano, y estando en el frente de Andalucía,  se pasó a las fuerzas nacionales en Bélmez (Córdoba).  Solicitó entonces ir al Requeté (la milicia que los carlistas aportaron al Ejército de Franco, y que algunas fuentes llegan a cifrar en 75.000 soldados) y lo destinaron a un batallón del Tercio de “San Rafael” de Córdoba. Nada más incorporarse, en mayo de 1938, entró en combate en el pueblo de Porcuna (posición de “Mano de Hierro”) en la que el Tercio tuvo numerosas bajas, pero cuya decisiva acción, mereció los elogios del propio general Queipo de Llano a través de una orden especial. Poco después, y con la finalidad de obtener el correspondiente permiso por ello, se presentó al cursillo de alféreces provisionales (pues necesitaban alféreces que sirviesen como carne de cañon y por eso existía el dicho: "alférez provisional, cadáver efectivo") que le concedieron, yendo al campamento que la Legión tenía en Dar Riffien, entre Ceuta y Tetuán.  
  Allí permaneció un mes estudiando y aprendiendo la instrucción, lo que él y sus compañeros alternaban con alguna escapada a Tetuán. Al mes les hicieron un examen de aptitud y aprobó con el número uno de la promoción. Para pasar a la segunda fase del cursillo, había que presentar un certificado académico de estudios, al menos de  Bachiller, que entonces constaba de tres años       —pero él sólo tenía hasta segundo— o bien presentar una declaración jurada de los estudios, pero él no tenía el más mínimo interés, porque lo que verdaderamente le interesaba era pedir permiso para poder ver a sus padres y hermanos. Para ello contó con la inestimable colaboración de un compañero del Tercio de Requetés que era hijo del comandante militar de Córdoba, el cual le dio una carta de presentación y un pasaporte para trasladarse a Milagro (Navarra) con un mes de permiso.
Mi padre Francisco con mi hermana Isabel en Zaragoza.
La foto es de febrero de 2010, dos meses antes de la
muerte de mi padre. Mi hermana Isabel, una vez falleció
mi madre Generosa, en 2007, cuidó y llenó de cariño a
mi padre hasta el día de su muerte. Un cariño que
también a mí me ha inundado de amor. Gracias, Isabel
por tu amor infinito a través del cual, sigo percibiendo el
de nuestros padres. 
  La sorpresa le llegó a Francisco cuando, al regresar al batallón, se extrañaron de verle, diciendo que  le habían dado de baja y que aunque no se hubiera presentado, no le habrían reclamado. Así que se reintegró a su Tercio de Requetés, y ya casi finalizando la guerra, habría de participar en la —quizás— más dura batalla de toda la guerra: la ofensiva republicana sobre el frente andaluz de Peñarroya-Pueblo Nuevo, planificada por el general Rojo, que se llevó a cabo durante los primeros días de enero de 1939, y en la que según varias fuentes participaron 300.000 soldados por parte republicana y 150.000 del bando del ejército sublevado. El objeto de dicha ofensiva era distraer las fuerzas de Franco que se dirigían a la toma de Madrid y Barcelona.
  En Peñarroya, el Tercio de “San Rafael”, junto con otras fuerzas, estuvo cercado durante dos días. Fueron los dos días peores que pasó en la guerra, según afirmaba cuando hablaba de ello, pero al final les llegaron refuerzos y lograron vencer. Desde allí les llevaron a Granada, en marchas, recogiendo a las tropas vencidas que entregaban sus armas: “A mí, después de todo, me daba pena: vencidos, sin armas, mal vestidos y alimentados; allí se acabó la guerra” —decía—.Cuando llegó a casa de sus padres, que entonces estaban en Milagro (Navarra), le dijo a su madre que le pusiera un colchón en el suelo para dormir, pues acostumbrado a dormir en el suelo durante tanto tiempo, no podía dormir en una cama.
  A pesar de todo lo expuesto, mi padre apenas habló nunca de la guerra, y siempre decía de ella que al final todos fueron perdedores. Él como tantos otros (hombres y mujeres) “que ganaron la guerra” habrían de convertirse en auténticos exiliados interiores, destinados, con su esfuerzo y sudor, a trabajar día y noche para sacar a su familia adelante, mientras la propaganda franquista hablaba de la “nueva y grande España”. Además, mi padre, siendo carlista, quedaba como sospechoso al Régimen (mi padre estaba suscrito a la revista carlista “Esfuerzo Común”, que por las veces que fue secuestrada por la Dictadura, se conocía coloquialmente con el nombre de “Secuestro Común”) que se
Mi padre Francisco en su casa de Zaragoza soplando la vela de
su 93 cumpleaños con mis hermanos María Teresa y Fernando
apoyaba decididamente en la Falange (durante la Guerra Franco había promulgado el Decreto de fusión entre falangistas y Carlismo, creando la FET y de las JONS) y olvidaba a los carlistas, de cuya sangre, sin embargo, el dictador con tanta avidez se había servido —a través de los tercios de requetés— en los principales frentes de batalla.
Así que olvidada y superada la guerra, el 6 de febrero de 1945 Francisco Negro contraía matrimonio con Generosa Marco del Carmen, natural de Torralba de los Sisones (quien falleció en Zaragoza, a la edad de 85 años, el 6 de febrero de 2007) y el 13 de enero de 1946 nacía Jesús (sacerdote escolapio actualmente en Bolivia) el primero de los diez hijos. Seis varones: Jesús, Javier, Carlos, José María, Fernando y Luis) y cuatro mujeres: María de los Ángeles, Isabel, Trinidad y María Teresa) que habrían de tener.
 Mi padre trabajó casi toda su vida, hasta su jubilación, en 1984, como secretario de la Hermandad de Labradores y Ganaderos (luego Cámaras Agrarias) en Odón y Bello primero, y después en Oliete, Ariño y Alacón.
La bondad y verdadera santidad del matrimonio Negro-Marco, les llevó a  acoger durante un año (dentro de un programa nacional de acogida de niños refugiados de la Alemania vencida, promovido por Cáritas) a una niña austriaca, Inge, de nueve años, cuyo padre, marino mercante, había muerto durante la II Guerra Mundial, y también a contribuir con 15.000 pesetas  (que el matrimonio obtuvo de la venta de un ganado, que formaba parte de la dote de ella) al sufragio de los gastos de la construcción del seminario diocesano de Zaragoza. 
  El 23 de marzo de 19666, Francisco Negro escribía una carta al Padre Provincial de las Escuelas Pías de Aragón, P. Teófilo López que había de ser histórica en la Orden, por cuanto en ella le proponía una magnífica idea: la creación de la que habría de ser primera "Hermandad de Padres y Familiares de Escolapios", germen de otras futuras asociaciones dentro de la Escuela Pía
Fueron mis padres, en suma, unas personas buenas, que supieron crear una gran familia, muy vinculada a la gran familia religiosa de las Escuelas Pías, en cuyo seno, según sus palabras, “pudieron sus hijos ser educados en la ciencia y la fe”. 
Mis padres Francisco y Generosa fueron verdaderos escolapios seguidores de san José de Calasanz, fundador de las Escuelas Pías, porque, como Calasanz, ellos siempre fueron cooperadores de la Verdad y constructores del Amor de Cristo.
  El 23 de mayo de 2013, fallecía asimismo mi hermana María de los Ángeles, segunda de los diez hijos de mis padres Francisco y Generosa y la mayor de las cuatro hermanas. Junto con su esposo Pedro Martín, tuvieron dos hijos, Luis y Pedro, éste último casado con Bárbara, y tienen una hija, Azzurra, de infinitos ojos azules. Como los del cielo desde el que velan por nosotros mis padres Generosa y Francisco, y mi hermana María de los Ángeles. Sé que siempre estáis conmigo a mi lado. Y os quiero tanto...


        

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