jueves, 12 de junio de 2014

Michio Kaku, Clotaire Rapaille, Frans de Waal y Jesús Mosterín, reflexionan en sus respectivos libros sobre la evolución y el futuro de la mente humana

  El mono vestido: Evolución y mente humana  


Desde que la especie humana adquirió la categoría de Sapiens, en la sabana africana, hace unos 200.000 años, puede hablarse con propiedad del comienzo de la civilización. No más de siete grupos (conocidos en la comunidad científica como Las siete hijas de Eva) fueron los responsables de la  colonización del planeta en el que habitamos ya cerca de siete mil millones de personas. Y en los dos últimos siglos la Humanidad ha
*  Micho Kaku; El futuro de nuestra mente Editorial Debate; 
478 páginas; Barcelona, 2014
avanzado mucho más rápidamente que en más de dos millones de años de evolución. De tal manera que hoy en día lo único que ciertamente sabemos es que la mente humana puede llegar a límites insospechados e inimaginables. Sin embargo, nuestra faceta animal es aún más importante e influyente en nuestro ser que la intelectual. Y nuestra genética lo demuestra, pues es muy similar a la de ciertos linajes de primates próximos a nosotros en en la evolución. El futuro de la mente humana es un debate apasionante, de acuciante actualidad, en tiempos en que el planeta debe afrontar nuevos retos para la supervivencia. Varios libros, recientemente aparecidos, contribuyen al vivo debate sobre la relación entre ciencia, religión, amor, filosofía e inteligencia para el futuro de la Humanidad.

Luis Negro Marco / Zaragoza

Para  Clotaire Rapaille y Andrés Roemer, autores del libro Move Up –muévete– (editorial Taurus) las variables que influirían en el movimiento ascendente de una sociedad vendrían a ser cuatro: la supervivencia, el sexo,  la seguridad y la superación. En su libro exponen la teoría de que  los “nanny states” –países nodriza–, propios de las democracias “racionalistas”, al estilo de Francia, estarían en posiciones menos ventajosas de cara al futuro que los pertenecientes a las democracias liberales de corte anglosajón, más proclives a la movilidad social.
Interesante es también la presentación del cerebro humano (según investigaciones del doctor Paul Mc Lean) como un órgano trino, con tres ámbitos: el límbico (en el que reside la conducta, la emoción, la memoria y la motivación); el córtex (el que rige el aprendizaje del lenguaje, la
Portada del libro Move Up, de Clotaire
Rapaille 
y Andrés Roemer;  editorial
Taurus, 290 páginas; Madrid, 2014
abstracción, y desde donde gestionamos los procesos mentales complejos –algunos investigadores afirman que esta es la parte realmente humana del cerebro); y por último, el reptiliano (el que propicia la búsqueda del placer, y las conductas instintivas que los humanos comparten con el resto de especies, así como las funciones vitales de nuestro cuerpo).
  Según los autores de Move Up, las culturas más exitosas serán aquellas capaces de apreciar y conservar los mejores aspectos de su herencia cultural y, al mismo tiempo, que estén dispuestas a navegar los mares de la innovación en busca de nuevos horizontes. En suma, la supervivencia de las culturas dependerá de la movilidad social de las mismas y su predisposición a adaptarse a nuevos entornos.
  Siguiendo con la naturaleza y el comportamiento humano, el biólogo holandés Frans de Waal plantea un asunto de gran actualidad, como es el del comportamiento ético entre nuestros antepasados primates. Así, en su libro El bonobo y los diez mandamientos (editorial Tusquets) el investigador concluye que el altruismo, los sentimientos y la moral fueron anteriores al Homo sapiens y al sentimiento religioso de la Humanidad, siendo asimismo valores que pueden detectarse en el mundo animal, especialmente en los primates.
* Frans de Waal.- El bonobo y los diez manda-
   mientos; editorial Tusquets, 280 páginas;     
   Barcelona, 2014
La ayuda mutua, la empatía, las prácticas sexuales de apaciguamiento y cohesión de la colonia –más allá de la función reproductora–  la compasión y hasta la angustia y tristeza por la muerte de un congénere no son una excepción en la conducta de determinadas especies, sino la regla. Estas son las conclusiones a las que llega el primatólogo de Waal y que expone en su libro, después de investigar durante décadas  las comunidades de bonobos (morfológicamente la especie más similar al Ardipithecus, uno de los antecesores de los humanos) y chimpancés del mundo entero.
 Por su parte, el filósofo Jesús Mosterín (quien ha colaborado en el proyecto “Gran Simio”, aporta en su libro: El triunfo de la compasión (Alianza Editorial) una serie de interesantes reflexiones acerca de nuestra relación con los otros animales de la Tierra. Entre otras consideraciones Mosterín argumenta en su obra que alguien o algo es digno de consideración para las personas si lo tenemos en cuenta en nuestras deliberaciones, si tratamos de no dañarlo sin necesidad, y si su respeto es una restricción al tipo de conducta que aprobamos. Por tanto, una moral consecuente, consideraría a todos los seres portadores de intereses y capaces de sufrimiento como dignos de consideración moral. La compasión, en suma, es una necesidad del ser humano y en opinión del autor, ha de ser extensiva a todos los seres que sufren, sin prejuicios, grupismos ni fronteras. 
  Y un último argumento de debate sobre la evolución y la mente humana, lo acaba de aportar el
* Jesús Mosterín.- El triunfo de la compasión;
Alianza Editorial, 354 páginas; Madrid, 2014 
 
físico estadounidense Michio Kaku, quien en su libro
El futuro de nuestra mente (editorial Debate) nos introduce en un mundo de aparente ciencia ficción, pero con sólidas hipótesis de base científica, en el que gracias a la nanotecnología, la mente humana sería capaz de desarrollar habilidades  que ahora sólo son factibles mediante la acción motora.  Una de las posibilidades para que esto ocurra en un futuro no lejano, sería el cultivo de células madre que permitiesen que las neuronas creciesen en la corteza prefrontal y en otros centros clave del cerebro. Factores que serían determinantes para el aumento de nuestras capacidades mentales.  De ahí a que el control de la mente pudiera llegar incluso a prevenir enfermedades, administrar adecuadamente dosis médicas en el organismo, y alargar de este modo las estimaciones de vida. Sin olvidar, claro está que siempre habrá unos límites para el avance de la Humanidad que deben regirse por la ética, la moral, el respeto, la justicia y la igualdad de todos los seres humanos sin distinción de sexo, origen y religión. Un mundo de justicia basado en el desarrollo sostenible de la Humanidad, que pasa inexcusablemente por el respeto hacia todas las formas de vida de nuestro planeta y la preservación del medioambiente, nuestra auténtica casa en la Tierra.

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