domingo, 19 de octubre de 2014

Día del DOMUND. Los misioneros, seguidores honestos del mensaje de Cristo

Obras Misionales Pontificias España - Misiones España

Día del DOMUND


Luis Negro Marco / Bata

Las huchas del DOMUND con las que los monaguillos salían por las calles de los pueblos pidiendo donativos para los misioneros, ya apenas se ven. Terracotas esmaltadas y policromadas reproduciendo cabezas de "chinitos", "negritos" y "aceitunados" -¡que cosas!-, con la rejilla encima de sus sombreros típicos para introducir por ellas las caritativas monedas. ¡"Una ayuda para el DOMUND!" -gritaban los niños por las calles y llamando en los picaportes de las casas!. "Ay maño, tampoco a mí me sobra, pero toma un duro, que si es obra de la Iglesia, buena ha de ser". 

 Previamente a la misa de la mañana, el cura ya había anunciado (en medio de cada uno de los tres toques ) desde los altavoces de la torre, que era el domingo del DOMUND. Y que quien quisiera hacer donativos en la parroquia, podría efectuarlos ingresando anónimamente la cantidad que quisiera y pudiese, en los sobres correspondientes, con el membrete impreso de "Donativo para el DOMUND".
 Pero también en la escuela, la semana anterior, el cura había ido por todas las clases de la escuela del pueblo, con un paquete de tarjetas impresas en blanco y negro y a dos caras. En el anverso, la imagen de dos niños (a finales de los sesenta, como era la Guerra de Vietnam, eran frecuentes la de niños vietnamitas, con sus gorros en forma de amplio cono, con camisa tipo hawaiana y sandalias). Y detrás un texto, explicando en qué consistía el día del DOMUND, finalizando con un especial llamamiento a la solidaridad: El donativo personalizado permitía que apadrinases a aquel niño de la foto a quien no conocías, pero que, a través de tu pequeño aporte económico (obviamente el que decidieran tus padres), se convertía en tu gran "amigo desconocido". 

  Una vez los padres habían decidido la cantidad (25 pesetas era ya una buena suma para el año 1969), el cura la recibía y anotaba en la tarjeta, y ponía el nombre del niño donante, al tiempo que se la entregaba. Era como una carta al amigo desconocido, a quien jamás se llegaría a conocer, y cuyo único vínculo (unívoco, por lo demás, pues aquel niño asiático, jamás sabría que un niño español desconocido, procedente asimismo de un pueblo de Teruel, una de las más desconocidas provincias de España, y dentro de ella, de uno de sus más desconocidos pueblos) iba a ser aquella postal.

  Pero al niño desconocido de la desconocida provincia y más aún desconocido pueblo de España, le animaba e iluminaba el rostro de alegría pensar en que tenía un nuevo amigo en un país del mundo lejano y desconocido. Y era en lo primero que pensaba cada vez que, en las mañanas frías del invierno, su madre lo levantaba, y para desperezarle le hacía recitar el "Jesusito de mi vida", antes de  llevarlo al lavabo, forzarle a que se lavara la cara, porque él rehusaba, por estar el agua  muy fría, y después le preparara el almuerzo y la  cartera -"¿Has hecho los deberes que os mandó la maestra ayer?" -le recordaba- para después darle un beso, decirle que se portara bien, y mandarlo a la escuela. 

 El día del DOMUND, era eso, un nombre que no evocaba su significado último, sino simplemente una marca, como la de chicles "Bazooka", en forma de cilindro estriado de color de rosa y fuertemente azucarado que tanto le gustaba a aquel niño y a todos los casi 100 niños y niñas que entonces iban con él allí a la escuela. DOMUND: "Domingo Mundial..."¿Falta algo no?. Sí: "de las Misiones". La marca es buena, impecable, mundialmente reconocible, pero ¿qué hay detrás?

 La labor abnegada, altruista, con riesgo de la propia vida de (no todos -¡atención!-) decenas de miles de personas españolas de vida consagrada (religiosas, religiosos, sacerdotes y monjas) que han optado por dedicar su vida, por entero, al servicio de las personas que más lo necesitan, y en países que más lo necesitan, principalmente de Hispanoamérica, África y Asia. 

 La obra misionera es callada, disciplinada, profesional, humana, cercana y -sobre todo- serena y callada. ¿Qué sabemos los españoles de la labor educativa, sanitaria, social... que en los lugares antes citados del planeta están llevando a cabo los casi 20.000 misioneros españoles que están al servicio de diversas Órdenes religiosas de la Iglesia Católica?. Se enzalza la labor humanitaria de las Fuerzas Armadas españolas por las misiones humanitarias en las que participan, y se reconoce justamente su trabajo en favor de la paz, con desfiles y paradas militares el día de la Fiesta Nacional y el de las propias Fuerzas Armadas.  Pero ¿Qué pasa con la labor que desde hace siglos viene realizando la Iglesia Católica, a través de sus misioneros por la dignidad y la justicia de las personas más pobres? Misioneros: Personas que renuncian a un salario, que dejan atrás a su familia y raíces, que abandonan todo, como pidió el Hijo de Dios, para seguir el mensaje de amor de Cristo.

 El problema es que "El mensaje de amor de Cristo", es para la mayoría de personas (incluidas,-¡atención! una mayoría de personas de vida consagrada) una marca, como la del chicle "Bazooka". Incapaces de sentir -porque hay que sentirla- la trascendencia infinita que encierra y que conlleva, inevitablemente, a tomar una decisión vital. Los misioneros (mujeres y hombres de vida consagrada) han hecho suyo el mensaje de Jesús y en la arena han dejado su barca para, junto a Jesús, buscar otro mar". Eso es celebrar el día del DOMUND. Feliz día

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