El ciclo de mayo, exaltación de la primavera
Luis Negro Marco / Negreira
El 14 de mayo, día de la Ascensión , la Iglesia católica conmemoró
la milagrosa elevación de Jesucristo a los cielos, en cuerpo y alma, y en
presencia de sus Apóstoles. Dice el
refranero popular que “Después de la Ascensión , ni salmón ni
sermón”, aludiendo así al relajamiento de las restricciones religiosas,
acorde con la alegría del nuevo ciclo
vital que dio comienzo el día de San Jorge, 23 de abril, y que tendrá su fin el
día del Corpus, fiesta variable, que este año se celebrará el 4 de junio. Y es
este ciclo, vital y festivo, ligado a la
exaltación de la naturaleza, el denominado “ciclo de mayo”, salpicado de
fiestas y celebraciones que pueden tener su origen en el Neolítico,
paralelamente al nacimiento y desarrollo de las primeras sociedades
agrícolas.
Anteriormente a la expansión del Imperio de
Roma por Europa y norte de África, los
pueblos celtas celebraban, en el primer día de mayo, la solemnidad de Beltane,
dedicada a la naturaleza, y a los difuntos. Belenos era su patrono, el dios
solar, asimilado posteriormente por los romanos con Apolo. Reminiscencias de
aquella solemnidad celta pueden aún adivinarse en diversas manifestaciones que
en numerosos lugares de España y Portugal tienen lugar el primer día de mayo.
Por ejemplo, la
elaboración de coronas primaverales suspendidas de un palo,
prototipo a su vez del “árbol de mayo”,
las “enramadas” que los jóvenes colocaban en los balcones de sus novias, y los
“mayos”, ya sean monumentos elaborados con arbustos y flores, ya coplas de
cortejo (como sucede con los mayos de Albarracín) o sátira. Y sin duda alguna, también las
manifestaciones anteriores guardan una estrecha relación con la fiesta de “la cruz de mayo” (día 3 del
mes, en que se conmemora la
Invención de la Santa Cruz )
consistente en la realización de artísticos y espectaculares monumentos
elaborados con ramos de flores.
La Resurrección de Jesús; cuadro de El Greco, pintado hacia 1600.- Museo del Prado (Madrid) |
Festividad de la Virgen de mayo en Bata, Guinea Ecuatorial. Procesión con la imagen de la Virgen junto a la catedral de la ciudad.- Foto Luis Negro Marco / mayo de 2012 |
El punto álgido de la celebración del ciclo
de mayo en la antigua Roma, tenía lugar el día 19 del mes, con la fiesta de las
“Ambarvales”, en honor de la diosa Ceres (de donde proviene la palabra
“cereal”), protectora de las cosechas, y otras divinidades campestres. Y
precisamente, en la noche del 19 al 20 de mayo, es cuando se celebra en la
localidad zaragozana de Cetina, su
espectacular y misteriosa “Contradanza”, en honor de San Juan Lorenzo
(fraile cetinense que murió mártir en Granada en el año 1397) en la que nueve
danzantes (en dos grupos de a cuatro, más el diablo) ataviados con trajes y
máscaras que simulan esqueletos, ejecutan una treintena de arriesgadas figuras,
en forma de torre humana, finalizando con el afeitado, muerte y resurrección
del diablo.
Es fácil constatar que desde la Antigüedad clásica, y
aún con anterioridad, el mes de mayo está salpicado de fiestas y ritos
relacionados con la muerte y resurrección de la vida, y por lo tanto con la exaltación de la naturaleza y el
desarrollo de la agricultura y la ganadería. De ahí que no sea casual que la
iglesia católica celebre el 15 de mayo la festividad de San Isidro, labrador
madrileño que nació en 1082 y murió en 1170.
Según la tradición, servía el santo a un rico hombre, Juan de Vargas,
quien advertido por otros quinteros de que Isidro dejaba el trabajo
Finaliza el “ciclo de mayo” con la fiesta del
Corpus –del Cuerpo de Cristo– fecha variable que este año se celebra el 4 de
junio (en la que Daroca conmemora y celebra el milagro de los Sagrados
Corporales, acaecido en 1238) si bien la Sede Apostólica accedió en
1990, y a petición de los obispos españoles, a que la festividad fuese
trasladada en España al domingo inmediato al de la Trinidad (31 de mayo) con
el fin de que los fieles pudiesen celebrar la fiesta, ante las diferentes consignaciones
(día festivo o no) fijadas en los calendarios laborales de cada una de las
Autonomías.
A la izquierda, un grupo de mujeres jóvenes portan la imagen de la Virgen durante la fiesta de mayo en la localidad turolense de Pidrahita. Finales de los años sesenta.- A la derecha, ofrenda floral a la Virgen en Zaragoza, por parte de un grupo de residentes chilenos.- Foto: Luis Negro Marco / 2013
La fiesta del Corpus o “Corpus Christi”, fue
instituida en 1264 por el papa Urbano IV en conmemoración del triunfo contra la
herejía de Berenguer de Tours, que negaba la presencia real del cuerpo de
Cristo en la Eucaristía. El
hecho de que este día se celebre con la realización de vistosas alfombras de
flores en calles y plazas de numerosos lugares de la geografía española,
constituye una clara asociación entre la flor y la sangre divina. Juan XXII
añadió a la festividad del Corpus el mandato de que se llevase públicamente al
Santísimo Sacramento en procesión, instaurándose la costumbre popular de que
las mismas fuesen precedidas de la “Coca” –dragón–, símbolo del demonio, que
acababa siendo vencido por Jesús.
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