martes, 19 de mayo de 2015

"Después de la Ascensión, ni salmón ni sermón".

El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel
El ciclo de mayo, exaltación de la primavera

Luis Negro Marco / Negreira

El 14 de mayo, día de la Ascensión, la Iglesia católica conmemoró la milagrosa elevación de Jesucristo a los cielos, en cuerpo y alma, y en presencia de sus Apóstoles.  Dice el refranero popular que “Después de la Ascensión, ni salmón ni sermón”, aludiendo así al relajamiento de las restricciones religiosas, acorde con la alegría  del nuevo ciclo vital que dio comienzo el día de San Jorge, 23 de abril, y que tendrá su fin el día del Corpus, fiesta variable, que este año se celebrará el 4 de junio. Y es este ciclo, vital  y festivo, ligado a la exaltación de la naturaleza, el denominado “ciclo de mayo”, salpicado de fiestas y celebraciones que pueden tener su origen en el Neolítico, paralelamente al nacimiento y desarrollo de las primeras sociedades agrícolas. 

 Anteriormente a la expansión del Imperio de Roma por Europa y norte de África,  los pueblos celtas celebraban, en el primer día de mayo, la solemnidad de Beltane, dedicada a la naturaleza, y a los difuntos. Belenos era su patrono, el dios solar, asimilado posteriormente por los romanos con Apolo. Reminiscencias de aquella solemnidad celta pueden aún adivinarse en diversas manifestaciones que en numerosos lugares de España y Portugal tienen lugar el primer día de mayo. Por ejemplo, la
La Resurrección de Jesús; cuadro de El
Greco, pintado hacia 1600.- Museo del
Prado (Madrid)
elaboración de coronas primaverales suspendidas de un palo, prototipo  a su vez del “árbol de mayo”, las “enramadas” que los jóvenes colocaban en los balcones de sus novias, y los “mayos”, ya sean monumentos elaborados con arbustos y flores, ya coplas de cortejo (como sucede con los mayos de Albarracín) o sátira.  Y sin duda alguna, también las manifestaciones anteriores guardan una estrecha relación con  la fiesta de “la cruz de mayo” (día 3 del mes, en que se conmemora la Invención de la Santa Cruz) consistente en la realización de artísticos y espectaculares monumentos elaborados con ramos de flores.

 La Roma clásica instituyó –en el año 173 a. C– la celebración de los “Juegos Florales”, en honor de la diosa Flora: fiesta licenciosa en la que no faltaban espectáculos de teatro y juegos de circo. Asimismo, también durante el mes de mayo, los romanos tenían por costumbre llevar a cabo numerosos ritos fúnebres, cuya finalidad era la de conjurar los potenciales maleficios que podían llevar a cabo los espectros de los difuntos. Estas fiestas recibían el nombre de “Larvae” (máscaras) y eran similares a las “Lemurias” (que se desarrollaban entre el 9 y el 14 de mayo) durante las que se cerraban todos los templos y se suspendía la celebración de matrimonios. Curiosamente, esta costumbre ha pervivido en las islas Canarias, en la isla de El Hierro, donde la tradición considera que el mes de mayo es malo para las bodas, pues “cargan la cruz”, y si en ella se casan dos parejas, fácilmente una puede quitarle la suerte a la otra. 

Festividad de la Virgen de mayo en Bata, Guinea Ecuatorial.
Procesión con la imagen de la Virgen junto a la catedral de
la ciudad
.
-
Foto Luis Negro Marco / mayo de 2012
El punto álgido de la celebración del ciclo de mayo en la antigua Roma, tenía lugar el día 19 del mes, con la fiesta de las “Ambarvales”, en honor de la diosa Ceres (de donde proviene la palabra “cereal”), protectora de las cosechas, y otras divinidades campestres. Y precisamente, en la noche del 19 al 20 de mayo, es cuando se celebra en la localidad zaragozana de Cetina, su  espectacular y misteriosa “Contradanza”, en honor de San Juan Lorenzo (fraile cetinense que murió mártir en Granada en el año 1397) en la que nueve danzantes (en dos grupos de a cuatro, más el diablo) ataviados con trajes y máscaras que simulan esqueletos, ejecutan una treintena de arriesgadas figuras, en forma de torre humana, finalizando con el afeitado, muerte y resurrección del diablo.

 Es fácil constatar que desde la Antigüedad clásica, y aún con anterioridad, el mes de mayo está salpicado de fiestas y ritos relacionados con la muerte y resurrección de la vida, y por lo tanto  con la exaltación de la naturaleza y el desarrollo de la agricultura y la ganadería. De ahí que no sea casual que la iglesia católica celebre el 15 de mayo la festividad de San Isidro, labrador madrileño que nació en 1082 y murió en 1170.  Según la tradición, servía el santo a un rico hombre, Juan de Vargas, quien advertido por otros quinteros de que Isidro dejaba el trabajo
Contradanza de Cetina. De rojo, el danzante
que personifica la figura del diablo. La celebración
tiene lugar en la localidad zaragona durante la noche
del 19 al 20 de mayo.-
Foto: Luis Negro Marco / 2001
para ir a misa, ordenó que se le vigilara, observando sus mandados que mientras el santo practicaba sus devociones, unos ángeles guiaban los bueyes que continuaban arando. Nombrado patrón de Madrid, fue costumbre que la población marchase en romería hasta su ermita el día de su solemnidad, y así lo reflejó Goya en 1788, en una de sus magistrales pinturas: “La pradera de San Isidro”.

 Finaliza el “ciclo de mayo” con la fiesta del Corpus –del Cuerpo de Cristo– fecha variable que este año se celebra el 4 de junio (en la que Daroca conmemora y celebra el milagro de los Sagrados Corporales, acaecido en 1238) si bien la Sede Apostólica accedió en 1990, y a petición de los obispos españoles, a que la festividad fuese trasladada en España al domingo inmediato al de la Trinidad (31 de mayo) con el fin de que los fieles pudiesen celebrar la fiesta, ante las diferentes consignaciones (día festivo o no) fijadas en los calendarios laborales de cada una de las Autonomías.
 
A la izquierda, un grupo de mujeres jóvenes portan la imagen de la Virgen durante la fiesta de mayo en la localidad turolense de Pidrahita. Finales de los años sesenta.- A la derecha, ofrenda floral a la Virgen en Zaragoza, por parte de un grupo de residentes chilenos.- Foto: Luis Negro Marco / 2013 

La fiesta del Corpus o “Corpus Christi”, fue instituida en 1264 por el papa Urbano IV en conmemoración del triunfo contra la herejía de Berenguer de Tours, que negaba la presencia real del cuerpo de Cristo en la Eucaristía. El hecho de que este día se celebre con la realización de vistosas alfombras de flores en calles y plazas de numerosos lugares de la geografía española, constituye una clara asociación entre la flor y la sangre divina. Juan XXII añadió a la festividad del Corpus el mandato de que se llevase públicamente al Santísimo Sacramento en procesión, instaurándose la costumbre popular de que las mismas fuesen precedidas de la “Coca” –dragón–, símbolo del demonio, que acababa  siendo vencido por Jesús.

Días de Pascua florida y hermosa, pletóricos de refulgencia, el ciclo de mayo cristiano celebra en jueves sus principales fiestas, y así reza el refrán: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.

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