lunes, 3 de marzo de 2014

Tras el Martes de Carnaval llegó el Miércoles de Ceniza (5 de marzo), comienzo de la Cuaresma


Talleguillos, zarragones, mamarrachos y madamas

 Luis Negro Marco / Zaragoza

El dios Momo, rey del Carnaval Carnestolendas– es la personificación del sarcasmo, la agudeza, ironía y desenfreno. En la Grecia antigua Momo era el dios de escritores y poetas, y se le representaba con máscara y un bastón rematado en una desorbitada cabeza, símbolo de la locura. Ya citado por Gracián en “El Criticón”,  de la raíz Momo deriva el nombre de los carnavalescos “momochorros” de la localidad navarra de Alsasua,  y los “mamarrachos” de algunos Carnavales de Guinea Ecuatorial. Pero el “Entroido” (con el significado de entrada en la época de Cuaresma, así se denomina al Carnaval en Galicia) de España más madrugador es el de la localidad cántabra de Vijanera de Silió, que se celebra el 5 de enero. Es entonces cuando aparecen los “trapajones” (personificaciones de distintas especies de la Naturaleza) y  de los “zamarracos”, personajes andrajosos ataviados con extraños ropajes, pieles de animales, y máscaras de índole diversa. Se hacen acompañar de campanos amarrados a la cintura para que suenen y ahuyenten con su ruido a  los malos espíritus. Y persiguen a los vecinos con la intencionalidad de zurrarles con sus zarrapos hasta conducirlos hasta fuera de los límites de la localidad. En los Carnavales de la localidad turolense de Luco de Jiloca, a unos personajes 
prácticamente idénticos se les denomina “zarragones”; una fiesta que con el mismo nombre (“zarragones y “madamas”) también se celebra en la zaragozana localidad de Villar de los Navarros. La festividad de Carnaval está vinculada a ritos ancestrales relacionados con la agricultura, la sexualidad, y la inversión del orden social establecido. De ahí la proliferación de máscaras y
Máscara del Mekuyo Mamarracho, Carnaval de la etnia Combe de
Guinea Ecuatorial, cuya fiesta solo se celebra en domingo.-
                                                                                       Foto: Luis Negro Marco
disfraces. En esta fiesta confluyen además las tradiciones de tres importantes celebraciones romanas: las “
Saturnalias” (que tenían lugar en diciembre en honor al dios Sol, coincidiendo con el solsticio de invierno); las “Lupercalias” (que se celebraban mediado el mes de febrero para propiciar la fertilidad de los campos y las mujeres); y las “Bacanales”, fiestas éstas últimas que los romanos disfrutaban en el mes de marzo en honor del dios Baco, rey de la vegetación, y como tal deidad asociada a períodos de la fertilidad agrícola y la sexualidad. Baco llegaba cada año desde el mar, a bordo de un carro, el “carrus navalis”, de donde algunas fuentes pretenden la etimología de la palabra “Carnaval”. Pero lo más probable es que derive del italiano “carne levare” (quitar la carne) ante la inminente llegada de la Cuaresma. Es por lo tanto, también, una fiesta del consumo de los excedentes de la matacía y por ello comienza con el jueves lardero, palabra que deriva del latín “lardus” –grasa– o también de “lardarius” –tocinero–. Y es que como bien dice el refrán: “jueves lardero, longaniza en el puchero”. También día de la fiesta del “choricer” en Alcañiz
Pero el Carnaval también es tiempo de farsa, de comedia y de burla, con representaciones (“mojigangas”, o “mochigangas” –como la que cada tercer
domingo de enero tiene lugar en la localidad de Mas de las Matas–) que pueden tener su origen en las “Atellanasromanas, unas representaciones cómicas en donde unos bufones característicos (“el gordo y el flaco”, “Papo, el viejo avaro” y otros) hacían reír al público en los teatros. Y Carnaval es también el  tiempo de las “mascarutas” y “botargas”, personajes  estos últimos a modo de peluches gigantes, de donde viene la expresión “estar abotargado”.Volviendo a Aragón, en los carnavales de la población oscense de Bielsa aparecen los “amontatos” (personajes que con un muñeco a la espalda simulan llevar a cuestas a una vieja); las “madamas” (mujeres con trabajados peinados y ataviadas con vistosos trajes, medias y zapatos de blanco, color que simboliza la virginidad y por tanto la sexualidad y la fertilidad); el “onso” (el oso) que baja de la montaña tras su gran letargo invernal; y las “trangas”, similares  a los “zarragones”, con la cara tiznada de negro y cuernos en la cabeza.En San Juan de Plan el “peirot” (cuya raíz enlaza con la palabra valenciana “parot”  –especie de percha en la que los maestros falleros colgaban sus abrigos y que era entregada a las llamas en la noche de “la cremá–) es el muñeco de paja que representa al Carnaval. A lomos de un burro el “peirot” irá recorriendo libremente las calles de la localidad hasta que acabe en la hoguera en la noche del Martes de CarnavalY en la localidad de Épila los protagonistas son los “taleguillos”, nombre que recibe el saquito de tela con el que los participantes en los desfiles ocultan su rostro, desfigurando su voz para hacer chanza y crítica con la finalidad de divertir a los asistentes. En Zaragoza, este año tras secular ausencia, llegan de nuevo los personajes de su “mojiganga”, entre ellos el “rey de gallos” o el “conde salchichón”, que no requiere de mayor presentación.Llegada la noche de Martes de Carnaval, tiene lugar la pantomima del entierro de la sardina, funeral pomposamente teatralizado que anuncia el final de la fiesta y el inicio de la Cuaresma (período de 40 días anterior al Domingo de Ramos) que comienza en el Miércoles de Ceniza. Así, tras los excesos del Carnaval llega  la exhortación religiosa a la penitencia, a través de la abstinencia de comer carne, sustituida por el pescado. Por ello a la Cuaresma –con un total de siete semanas hasta el Domingo de Resurrección– se la ha representado a menudo como a una mujer de falda abotargada bajo la que asoman siete pies, portando en una mano una pieza de bacalao seco, y en la otra una cesta repleta de sardinas y hortalizas. ¡Qué Cuaresma!

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