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Voltaire contra la posverdad
Voltaire contra la posverdad
El
escritor Ricardo Moreno reivindica la
vigencia de las ideas ilustradas del filósofo francés, frente al surgimiento de
nuevos dogmas
Portada del libro
Ricardo Moreno Castillo
«Nosotros y Voltaire»
Editorial “Pasos Perdidos”, 192 pp.
Madrid, 2017
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Parece
ser que, ya a finales del siglo XVI, la universidad española habría acuñado la
célebre frase de “Lejos de nosotros la
funesta manía de pensar”, para desacreditar los trabajos del erudito
jesuita Juan Bautista Villalpando (1552-1608), matemático, arquitecto y
escritor, en quien –no obstante su sabiduría–, muchos de sus contemporáneos
ilustres colegas no vieron sino “la funesta novedad de pensar”, ya que negaba
que las estrellas estuvieran regidas por los ángeles, defendía el sistema de Copérnico,
y afirmaba que los rayos son naturales, y “todo
ello parecía pretendía quitar el temor a la ira de Dios, con tendencia a tratar
las cosas en términos poco conciliadores con los textos sagrados…”.
“Eppur
si muove” (Y sin embargo, se mueve), que es la frase que pronunció Galileo
en 1633, en Roma, después de haberse retractado (para librarse así de la
hoguera) ante la Inquisición de su teoría heliocentrista. Porque la verdad,
como la belleza, siempre triunfa y prevalece. De ahí que a finales del siglo de
Galileo comenzara en Europa un período de casi cien años de duración (que se
prolongó hasta el inicio de la Revolución Francesa), conocido como “El Siglo de la Ilustración” o “El Siglo de la Razón”. Francia fue el
país hegemónico en aquel tiempo, en donde surgieron pensadores y filósofos de
la talla, entre otros, de D´Alembert, Condorcet, Diderot, Montesquieu y
Voltaire. Todos ellos sostenían que mediante la razón humana se puede combatir
la ignorancia y la tiranía, y de este modo construir un mundo mejor.
Y fue por este
motivo: por la luz que la razón arrojaba sobre las sombras de la ignorancia, por
lo que se conoció también al XVIII como “El
Siglo de las Luces”, siendo quizás Francisco María Arouet de Voltaire
(1694-1778), el más importante de sus filósofos. Alumno de los jesuitas, Voltaire
manifestó muy pronto tan poco apego a lo religioso, que sus maestros llegaron a predecir
proféticamente de él que llegaría a ser
en Francia el corifeo del Deísmo (la experiencia de Dios experimentada a través
de la razón y no de la fe).
Ricardo Moreno Castillo, autor del libro, el día de su
presentación, 21 de diciembre de 2017, en la Facultad de
de Filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela
Foto: L. N. M.
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Voltaire supo manejar con maestría la ironía y
el ridículo, convertidos de su mano en una poderosa arma literaria, pero que no
fueron del agrado ni de la monarquía francesa ni de la Iglesia, pese a su
excelente relación con ciertos sectores del clero francés, incluidos destacados
abades familiares suyos. Escribió, no obstante Voltaire sobre la religión,
destacando las obras «La Biblia comentada»,
y «Diccionario
filosófico», que en su tiempo se interpretó como un indigno
propósito de ridiculizar la religión; motivo por el cual sus obras estuvieron
largo tiempo prohibidas por la Iglesia (en España, incluso durante la dictadura
de Franco), hasta el punto de que, en el pasado, el calificativo de “Volteriano” sirvió para designar a la persona que manifestaba incredulidad o impiedad
cínica o burlona hacia todo lo religioso.
No obstante, de lo que no cabe duda es que Voltaire,
con su agudeza e ingenio, ejerció durante un siglo –tanto en Francia como en el
resto de Europa– una influencia decisiva sobre la filosofía y la literatura que
han perdurado hasta hoy. De este modo, su compatriota, el filósofo André
Glucksmann (1937-2015), llegó a decir: “Europa
será volteriana o no será”.
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