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Saint-Exupéry, del cielo a la mar
El autor
de El Principito murió el 31 de julio
de 1944, día en que el avión que pilotaba fue abatido sobre el Mediterráneo por un caza alemán
Luis Negro Marco
“Si hubiera sabido que era él, no habría
disparado”. Con estas palabras se expresaba en 2008 Horst Rippert, el ex
piloto alemán de la Luftwaffe, gran admirador del autor ya en plena Segunda
Guerra Mundial, quien –fallecido en la ciudad alemana de Wiesbaden a los 93
años de edad– declaró haber sido el autor del derribo del avión que en la
mañana del 31 de julio de 1944 pilotaba el aviador, corresponsal de guerra y escritor
francés universal, Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944). Aquel día Saint-Ex estaba al mando de un caza da
las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, y de manera extraña, volaba a tan solo
2.000 metros de altitud (muy por debajo de los 10.000, que era el techo
recomendable de seguridad para eludir el ataque de los cazas alemanes) sobre el
mar Mediterráneo, no muy lejos de la ciudad de Marsella.
Fuese o no cierta la afirmación de Rippert, lo
cierto es que en 2004, el arqueólogo subacuático Luc Vanrell, descubrió en el Mediterráneo, junto a la isla de Riou –al
sur de Marsella– y a 80 metros de profundidad, los restos del fuselaje de un
Lockheed estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, que Vanrell identificó
como el avión de Saint-Exupéry. Asimismo, con anterioridad, en 1998, un
pescador marsellés había sacado de sus redes una pesca milagrosa. Se trataba de
una pulsera de plata, grabada con la inscripción: "Antoine de Saint-Exupéry (Consuelo) c/o Reynal and Hitchcock INC
386, 4th Ave, N. Y. C.", nombres que se correspondían con los del
célebre escritor y su esposa, y el de la editorial de sus libros, indicando
además su dirección en Nueva York.
Pulsera de plata, que sacó en sus redes un pescador de Marsella en 1998, que lleva grabada la inscripción: "Antoine de Saint-Exupéry (Consuelo) c/o Reynal and Hitchcock INC 386, 4th Ave, N. Y. C." |
"EL PRINCIPITO". Dibujo de Fernando Negro Marco Nueva York, junio de 2018 |
Finalmente, Saint-Exupéry
murió como vivió, acariciando con sus alas el azul del cielo, dibujando el
sueño de una humanidad reconciliada, y haciendo realidad los deseos de aquel
inocente y real niño extraterrestre: “Por
favor, dibújame un cordero”.
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