sábado, 9 de mayo de 2015

El sacerdote escolapio Ignacio de Nicolás, comenta el Evangelio del domingo, 10 de mayo

Firmas invitadas
Exégesis del Evangelio del 10 de mayo, VI Domingo de Pascua 
(Jn 17,11b-17)
"Que sean uno con nosotros"
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P. Ignacio de Nicolás, escolapio

Un Pedido: Padre Santo, custódialos en tu nombre, en el que me diste para que sean uno como nosotros (11b) / Pater sancte, serva eos in nomine tuo, quod dedisti mihi, ut sint unum sicut nos.- Padre Santo Llama a Dios, su Padre con el apelativo de Santo, el ‘agios <40> que en griego tiene el significado de "sagrado o consagrado, cosa pura, transcendente a todo lo humano, perteneciente a la divinidad". Padre Santo es por tanto lo mismo que Padre Dios. La traducción "Santo" está un tanto dirigida por el latín que traduce por Sanctus el Agios griego. Inicialmente el sanctus latino también tenía el significado de "cosa consagrada a Dios", mucho más que el  Dikaios, traducido al latín por Justus. Por eso los cristianos, que en el bautismo recibieron el Espíritu Divino, serían los ‘Agioi [Sancti], hombres dedicados y consagrados a Dios. Custódialos: El verbo griego Tëreö <5083>significa originalmente "mantener en custodia, o sea guardarlos", como el pastor guarda las ovejas del lobo, su mayor enemigo.  En tu nombre: ¿El nombre de Dios [Yahveh del Antiguo Testamento] o el nombre que el Padre dio al Hijo? El nombre está en lugar de la persona y aquí lo que interesa es la Persona Divina de Dios como Padre del que era Hijo: Jesús-Hombre que había sido engendrado por el Espíritu de Dios sin intervención humana, pues el ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Pero no únicamente Jesús sino también a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios. (Jn 1,12-13).  El cristiano recibe en el bautismo un nuevo nombre: el de Hijo de Dios. Es por eso costumbre imponer el nombre de un santo en el bautismo. El santo representa lo que debe ser la nueva criatura con respecto a su nueva vida con Dios. El Santo en cuyo nombre recibe el Bautismo pasa a ser protector de la nueva criatura. El nuevo nombre es el del ofrecimiento de una consagración como todo santo al Dios trino en nombre de Jesús del que el santo fue discípulo fiel y amantísimo. Fuera de record: ¿No será una falta de respeto e ignorancia total poner nombres como Lenin, Marx  Guevara o hasta Julio César, Lincoln y Washington a los nuevos vástagos en el día de su bautismo? Sean uno: En el Bautismo recibimos "el nombre", o mejor: "el Espíritu de Dios" que nos
hace sus hijos y por tanto nos torna unos  con el Padre y con el verdadero Hijo, el verbo que es la misma persona que  Jesús, el Cristo.    Jesús, pastor de los discípulos: Cuando estaba con ellos, yo los guardaba en tu nombre  que me diste, los vigilé y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición para que se cumpliese la Escritura (12). Cum essem cum eis, ego servabam eos in nomine tuo, quod dedisti mihi, et custodivi, et nemo ex his periit, nisi filius perditionis, ut Scriptura impleatur.  Los guardaba: El verbo Philassö <5442> tiene como significado "preservar, observar y guardar o salvar". Como Pastor y Maestro Jesús tuvo el deber de guardar sus discípulos de modo a protegerlos contra el maligno y educarlos en la Verdad. Pues Él vino al mundo para dar testimonio de la Verdad (Jn 20, 27) y por eso pudo decir: Santifícalos [verbo Agiazö] en la verdad: tu Palabra es verdad. Por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad (Jn 17, 17-19).Tanto la Vulgata con su sanctificare como las   vernáculas con su "santificar", poco añaden a la hermenéutica de la perícopa en cuestión. Ya el original griego Agiazö,< 42> "consagrar o dedicar a una divinidad", puede darnos el sentido verdadero: Por ellos me consagro [me dedico totalmente] a mí mismo para que ellos sean también sean consagrados [dedicados] en Verdad [sin artículo].  Y ¿cuál es esa Verdad?: Pues la Palabra del Padre. Esa que Jesús oyó del padre, la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado (Jn 14,24). Así, pues, como Jesús vino al mundo para dar testimonio de la Palabra [la Verdad del Padre], Él, Jesús, quiere que sus discípulos tengan la misma misión del Maestro: testigos de la Verdad, o como dice San José de Calasanz de sus maestros: "cooperadores de la verdad". Con esta perícopa Jesús pide que su misión de Maestro de la Verdad sea también la misión de sus apóstoles. De ahí que los primeros cristianos tuviesen la idea de que la palabra apostólica era palabra divina y que los escritos apostólicos tenían el mismo valor que los escritos proféticos de Escritura.  Despedida: Ahora, pues, vengo junto a ti y estas cosas hablo en el
Arriba, imagen de Santiago, en
una de las fachadas de la catedral de
Santiago de Compostela. Sobre estas
imágenes, vidriera de la iglesia de
"San Andrés de Teixido",
Fotos: Luis Negro
mundo, para que 
habeant gaudium meum impletum in semetipsis. En esta oración dirigida al Padre, antes de reunirse con Él, como declaró a la Magdalena [todavía no he subido al Padre], Jesús desea para sus discípulos el mismo gozo que él disfruta en estos momentos en que está a punto de sufrir. ¿Cuál ese gozo? Porque es la hora de la separación, de la humillación, del fracaso y del sufrimiento. ¿Cómo gozarse, en palabras de Pablo en la cruz de su Señor? (Gl 6, 14). La respuesta la había dado Jesús poco antes en el mismo discurso de despedida: Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Y les había prometido un gozo final después de un periodo de tristeza, como el gozo  de la mujer después de dar a luz (16,20), el gozo de la victoria sobre la muerte del Resucitado, que será causa de pedir al Padre  y alcanzar lo pedido (16,23).    
El mundo antagónico: Yo les di tu Palabra y el mundo los odió, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo (14). Ego dedi eis sermonem tuum, et mundus odio eos habuit, quia non sunt de mundo, sicut ego non sum de mundo.   El mundo: Kosmos tiene aquí el sentido de "los hombres opuestos al Reino, enemigos de Jesús y de su Evangelio". Pero ese mundo es el que rodea los discípulos y en el que viven inmersos como el pez en el río. Miseö es "detestar". En Aoristo indica "tiempo pasado", lo que indica una composición o reflexión de Juan sobre factos acontecidos después de la muerte del Señor, lo que coincide con la realidad histórica. De lo contrario sería mejor usar el futuro: los odiará. Ser del mundo implica seguir sus criterios: fama, dinero, placer. Y como fuente de sabiduría, la mentira. Ni Jesús ni sus discípulos verdaderos podían trillar semejantes caminos, teniendo como base la Verdad y como vida el negarse a si mismos y abrazar la cruz (Mt 16,24). El mundo y el Reino están en polos opuestos. 

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