sábado, 13 de septiembre de 2014

Las Hermanas de la Consolación de Zaragoza inauguran hoy lunes, 15 de septiembre, su nueva residencia de ancianos, "Villa Consolación"

Lunes, 15 de septiembre, a las 11 horas

INAUGURACIÓN  
DE LA RESIDENCIA 
VILLA CONSOLACION

de las Hermanas de la Consolación de Zaragoza

Calle Maestre Racional, 20.  - 50009 -  Zaragoza

villaconsolacion@gmail.com 

Programa de actos

·    11,00:Recibimiento en el salón de actos del Colegio Rosa Molas, por parte de la Hermana Juana Gozalo, Superiora de la Residencia.

·     11,10: Pasado, Presente y Futuro de la Orden en Aragón, doscientos años después del nacimiento de la Madre Fundadora. Intervención de la Hermana María del Pilar García, Superiora Provincial de las “Hermanas de la Consolación”.

·   11,30: La arquitectura al servicio del moderno modelo de atención gerontológica centrada en la persona. Exposición a cargo de Don Carlos Sánchez, Arquitecto responsable de las obras de la Residencia.

·  11,50: Estado actual y perspectivas de futuro en el desarrollo de los cuidados residenciales en Aragón. Exposición a cargo la Ilustrísima señora Doña CristinaGavín Claver, Directora Gerente del Instituto Aragonés de Servicios Sociales. (IASS)

 ·    12,05Palabras de la delegación del Excelentísimo Ayuntamiento de Zaragoza

· 12,15: Intervención del Excmo. y Rvmo. Arzobispo de Zaragoza, Don Manuel Ureña Pastor, que procederá a la posterior bendición de las instalaciones de la Residencia.

 ·    12:45: Visita guiada a las instalaciones.


  ·     13,30: Vino español

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María Rosa Molas (1815-1876) una vida de entrega a la educación y al cuidado de los enfermos

 Luis Negro Marco / Santiago de Compostela

  La figura de María Rosa Molas fue la de una mujer consagrada al servicio de la infancia más necesitada, de los pobres y de los enfermos. Y ello en un siglo, el XIX,  trágico, que en España estuvo jalonado de circunstancias muy duras debido a las guerras civiles que durante prácticamente toda la centuria asolaron el país y llenaron de dramas, pobreza, tristeza y dolor a millares de
familias.

 María Rosa Molas nació en Reus, en 1815, y murió en Tortosa en 1876. Su padre fue  un afamado artesano del vidrio y el metal de la ciudad tarraconense, y su madre, María Vallvé,  viuda, y con dos hijos, contrajo matrimonio con su padre en segundas nupcias. Fruto de este matrimonio fueron José y Dolores (María Rosa en religión).

  Ella creció en una familia que supo vivir en la Verdad, la Caridad y el Amor cristianos. En 1834, la joven Dolores quedaba sola al cuidado de su padre y tres hermanos, debido a la muerte de su madre. Su fallecimiento se produjo cuando, dando pruebas inigualables de entrega y generosidad hacia el prójimo, asistía a los enfermos de cólera, contrayendo ella misma la enfermedad. Un ejemplo, sin duda para la fundadora de las Hermanas de la Consolación: “Practicando la caridad al prójimo”, como luego dirá María Rosa Molas a sus hijas, que deben morir, haciendo todo para gloria de Dios y bien de los hermanos, nada para nosotras”.

  Asumidas sus obligaciones familiares una vez fallecida su madre, con total entrega y amor, había no obstante  algo en  su interior que le decía que debía entregar su vida al servicio de Dios. Una opción vital que, sin embargo, contaba con la oposición de su padre. De manera que, al cumplir los 26 años decidió realizarlo sin decirle nada a él, y en el día de Reyes (6 de enero) de 1841, ingresaba en la Comunidad de la Caridad del Hospital de San Juan, en su Reus natal.

Fundación de la Congregación de las Hermanas de la Consolación
  Nueve años después, en 1849, María Rosa Molas llegaba a Tortosa con cuatro Hermanas de la anteriormente citada Congregación, para hacerse cargo de la casa de la Misericordia. Casa de tanta pobreza, que según ella misma diría, “era más de miseria que de misericordia”. Pero pronto consiguió poner la Casa en orden, y acto seguido abrió una pequeña escuela para la alfabetización de las niñas del barrio del Arrabal de Jesús y otros próximos. 
                                                                  Así, al igual que el santo
aragonés, san José de Calasanz –cuando en 1597 abrió su escuela para los niños pobres de Roma en el barrio del Trastévere– del mismo modo, María Rosa Molas tomó conciencia de la precaria situación de la infancia de la ciudad tarraconense en que ella vivía, y su gran sensibilidad y carácter tremendamente social y humano, le impidieron  permanecer inactiva ante semejante situación de desamparo. María Rosa Molas fue ángel de paz,  e instrumento de misericordia y consolación.


  En 1851, cuando había dado ya sobradas muestras de su honda preocupación por la juventud y sus grandes dotes de educadora, el Ayuntamiento de Tortosa la requirió para dirigir una Escuela pública en la ciudad. Y sería también en esta ciudad, en el año 1857, y tras largo discernimiento, cuando María Rosa Molas solicitó ser admitida a la Obediencia de la autoridad eclesiástica diocesana. Nacía así la Congregación que, en principio se llamó “Hermanas de la Caridad”, hasta que en 1858, recibió su nombre actual de Hermanas de la Consolación.

  Así, con el tesón y coraje que caracterizan a los fundadores de las congregaciones católicas, María Rosa Molas demostró una gran fe en su obra, indispensable para infundir el ánimo de Dios a sus Hermanas de Congregación. Y todo con la finalidad de transformar la sociedad para que en ella exista cada vez menos sufrimiento y más felicidad, de manera que los intereses de la infancia, los pobres y los enfermos más necesitados, sean iguales al de todas las personas. Ella supo que solo así se podía avanzar hacia una sociedad cada vez más justa y solidaria. 

 Pero un proyecto de tal magnitud solo podía llevarlo a cabo una persona con grandes dotes de liderazgo y gestión, cualidades difíciles de reunir, y más aún en una mujer del siglo XIX, centuria en que ellas, las mujeres (y no solo en España sino en toda Europa) estaban totalmente relegadas del mundo de la política, del poder y la toma de decisiones a nivel social y familiar.  Pero como comentan sus biógrafos, María Rosa Molas “Poseía el secreto de ganar los corazones, infundía recogimiento y veneración; era inexplicable siempre verla bondadosa, afable y cariñosa, con una
superioridad de espíritu envidiable”.

  Por ello, llegado el año de 1868, el nuevo Obispo de Tortosa, Don Benito Vilamitjana, no dudó en firmar los Estatutos y Regla Común de las “Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación”, nombre completo de la misma, y que aparecerá ya en los primeros documentos de la Institución..

  Cabría destacar además el hecho de que María Rosa Molas no tuvo, en su entrega total a los más pobres, deseos de crear una nueva fundación religiosa. Simplemente vivió en la fe y en el amor de Cristo, confiando siempre en la Providencia Divina. Y sin embargo, su “vivir cada día junto a los más pobres, enfermos y necesitados”, es lo que la empujó a hacerlo, ya que ella consideraba que para ser absoluta su entrega, todas estas acciones de consolación caritativa, debía llevarlas a cabo como “Hija de la Iglesia”, y en la Caridad y el Amor de Dios.  De hecho, la fidelidad de María Rosa Molas a la autoridad de la Iglesia hizo que su Instituto, mientras ella vivió, no se expandiese más allá de los límites de Tarragona y Castellón, comprendidos entonces en la jurisdicción eclesiástica del obispo de Tortosa.

  En el domingo del 11 de junio de 1876, día de la Santísima Trinidad, María Rosa Molas moría en Tortosa a la edad de 61 años.  Dejaba 17 Comunidades de su Orden abiertas,  la mayoría de ellas, ofreciendo el doble servicio de la educación y la sanidad, según las costumbres del tiempo. En 1977 el papa Pablo VI la beatificó y once años después, en 1988, fue canonizada por Juan Pablo II. Desde entonces, el 11 de junio se celebra la festividad de María Rosa Molas.

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