lunes, 1 de junio de 2015

nuevos eslabones hallados en Afar (Etiopía) y Atapuerca (España) para añadir a la larga cadena de la evolución humana


                         El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel

     Nada nuevo bajo el sol     

Un nuevo hallazgo en las excavaciones de Atapuerca pone de relieve que la violencia ha sido constante en la evolución humana

Luis Negro Marco / Lira

 Hasta que el naturalista inglés Charles Darwin publicó en 1859 “El origen de las especies” –libro en el que exponía su probada teoría sobre la evolución humana–, la comunidad científica mundial había dado por buena (de cara a la galería, al menos) la teoría del Creacionismo, según la cual, y siguiendo el relato bíblico del Génesis, Adán fue el primer hombre sobre la tierra, y Eva, la primera mujer, creados ambos por Dios, a imagen y semejanza suya.

 Pero Darwin no dejó, ni mucho menos, el caso resuelto, y a día de
Portada del libro "Darwin: segundo viaje
alrededor del mundo; Patagonia y Tierra del
Fuego"
; Luca Novelli; editorial Edelvives; 2007
hoy aún siguen siendo muchos los misterios acerca de cómo se desarrolló aquella evolución, hasta nuestra civilización actual. La opinión más generalizada contemplaba que las distintas especies de homínidos habrían evolucionado linealmente, unas de otras. “Lucy” (la “Australopithecus afarensis” cuyos restos fósiles de hace casi tres millones y medio de años fueron hallados en Etiopía –en la región de Afar– en 1974) está considerada como la madre de la Humanidad, la “Venus negra”, por ser originaria de África. Y a partir de ella, habrían evolucionado nuevas especies hasta el género “Homo sapiens”.

 De este modo, la paleoantropología trabajaba sobre la hipótesis  de que la aparición de los primeros humanos: “Homo habilis”, “Homo heidelbergensis”, y así hasta nosotros, los “Homo sapiens”, habría tenido lugar de acuerdo al modelo de Darwin de la selección natural, y la preservación de los cambios genéticas que favorecen la adaptación de las especies al medio en que habitan. Pero este modelo parecía limitar la posibilidad de que distintas especies de homínidos hubiesen convivido en el mismo lugar y espacio de tiempo y que su intercambio genético hubiese intervenido en la evolución.

Portada del libro "Atapuerca: nuestros antepasados".
Catálogo de la Exposición que se presentó en el Museo 
de Ciencias Naturales de Madrid, en 1999:- Director del
proyecto expositivo: Luis Alcalá; el Comisario científico
fue José María Bermúdez de Castro.- Editó el Catálogo
la Junta de Castilla y León y el CSIC; 1999
El Hombre de Neanderthal (cuyos primeros fósiles fueron hallados en 1856, en el “valle de Neander”, cerca de Dusseldorf, en Alemania) habitó en Europa durante cuatrocientos mil años, hasta su misteriosa desaparición hace unos 30.000. Sin embargo, la Humanidad actual no es descendiente de los neandertales. Las últimos descubrimientos apuntan claramente a que los “sapiens” procederíamos de África, de donde, a través de grandes movimientos migratorios, llegamos a poblar todo el planeta. De este modo, a finales del Paleolítico (en torno al 12.000 a.C.) se calcula que la Humanidad podría haber estado integrada por alrededor de tres millones de personas.

  Posiblemente fue hace 200.000 años cuando el Homo sapiens llegó, procedente de África, a Europa. Y aquí se encontró con unos “inquilinos” del continente que llevaban habitándolo desde hacía otros doscientos mil: los neandertales. Y aunque procedentes de un antiguo tronco común, neandertales y sapiens fueron especies distintas, “primas hermanas”,  que se vieron abocadas a luchar por un mismo espacio vital. Pero  no siempre fue así, y hoy en día son cada vez más los paleoantropólogos que se decantan por la teoría de
Portada del libro"El enigma de la esfinge: Las
causas, el curso y el proceso de la evolución
",
de Juan Luis Arsuaga; editorial Areté; 2001
que pudo haber un intercambio genético entre neandertales y sapiens en Europa. El investigador español Carlos Lalueza Foix, a partir de excavaciones arqueológicas realizadas en cuevas de Asturias, fue quien expuso la hipótesis (“Genes de neandertal”; editorial Síntesis, 2006) de que en nuestro ADN actual puedan existir vestigios de los neandertales.


 Pero la evolución también está determinada por el medio. Así, por ejemplo, la insularidad, laescasa variedad de alimentos, y la falta de aportes genéticos nuevos, fueron los principales factores que influyeron en la baja estatura del “Homo floresiensis” (“Hombre de Flores”), la comunidad humana que habitó y desapareció hace unos 12.000 años, en la isla Indonesia de Flores (de ahí su nombre), y cuyos restos fósiles fueron encontrados por vez primera en 2004.

 De manera que, a día de hoy, los nuevos descubrimientos, a la vez que aportan interesantes datos sobre la evolución humana, añaden también nuevos incógnitas y preguntas a su estudio. Así la revista “Nature” acaba de publicar un dato revelador: Lucy (el fósil de Australopithecus afarensis al que antes se hacía referencia), convivió con otras especies de homínidos en su hogar de Afar. Así lo atestigua una mandíbula (perteneciente a una especie de homínido hasta ahora desconocida) que fue hallada, hace escasas fechas, por un equipo de arqueólogos dirigido por Yohannes Haileselassie, adscrito al Museo de Historia Natural de Cleveland. Esta mandíbula apareció a tan solo unos kilómetros del lugar donde, hace 41 años, fueron hallados los restos de Lucy, y tienen su misma antigüedad.

Recreación artística de un grupo de homínidos que pudieron haber
vivido en Atapuerca hace unos 500.000 años. La escena representa el
acto de canibalismo que se infiere del estudio de los fósiles del 
denominado "Estrato Aurora" del yacimiento burgalés. Esta ilustración
aparece en el libro-catálogo: "Atapuerca, nuestros antepasados", 
publicado en 1999; autor del dibujo: Mauricio Antón.
A este reciente hallazgo cabe añadir otro inquietante, en este caso,  en el yacimiento arqueológico de Atapuerca. La investigadora Nohemí Sala (miembro del equipo investigador del yacimiento, dirigido por Juan Luis Arsuaga, Eudall Carbonell, y Bermúdez de Castro) daba a conocer hace tan solo dos días sus estudios sobre el “cráneo 17”, de 430.000 años de antigüedad, que los arqueólogos encontraron en la “Sima de los huesos”. Los dos orificios que presenta este fósil, según Sala, fueron realizados intencionadamente en vida del finado y con un arma (de madera o piedra) contundente. Se trataría del primer asesinato atestiguado y corroboraría que la violencia fue pareja a la bondad durante el largo camino de la evolución humana.

 La guerra también fue narrada, hace 6.000 años, en el arte rupestre levantino, a través de escenas de ejecuciones con arcos, y la  Historia se empezó a contar y aún se enseña, describiendo sus más grandes batallas. Nada nuevo bajo el sol. La evolución continúa.


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