martes, 25 de agosto de 2015

Sobre la historia carlista de Aragón: La batalla del Villar de los Navarros del día de San Bartolomé de 1837


En el marco de la Primera Guerra Carlista, 24 de agosto de 1837, las tropas carlistas derrotaron a las de Isabel II en una trascendente batalla, que tuvo lugar en la zaragozana localidad de Villar de los Navarros. Una victoria que pudo otorgar la Corona de España a Carlos María Isidro,  pretendiente al trono carlista y tío de la reina

Luis Negro Marco / Estella

La muerte de Fernando VII, acaecida el 29 de septiembre de 1833,  habría de legar a nuestro país la trágica herencia de tres guerras civiles, las cuales se habrían de prolongar intermitentemente hasta el último cuarto del siglo XIX. Los partidarios de la legalidad sucesoria vigente en España a la muerte del “Deseado”  (la ley de sucesión de Felipe V, de 1713) consideraron legítimo rey de España a  su hermano mayor, Carlos María Isidro (Carlos V) y pronto emitieron una proclama de adhesión a él.

  Pero a finales de 1833, se hizo público el testamento de Fernando VII, en el que explicitaba la creación de un Consejo de Regencia que presidiría su esposa, María Cristina, hasta que su hija Isabel II alcanzase la mayoría de edad.

 No obstante, los carlistas consideraron que con la llegada de Isabel II al trono, se producía una
Carlos Mª Isidro,pretendiente carlista
al trono de España a la muerte de su hermano,
el rey Fernando VII, en 1833. La I Guerra Carlista
se prolongó por espacio de 7 años, hasta 1840
clara violación del derecho de legitimidad sucesoria, iniciándose de este modo una cruenta guerra civil en España, conocida como la  “Guerra de los siete años” (1833-1840), en que las  tierras y gentes aragonesas, no iban a ser, ni mucho menos, ajenas.

 A los cuatro años de iniciada la guerra civil, Carlos María Isidro programó con sus generales la llamada históricamente “Expedición Real”, que iniciada en la localidad Navarra de Estella el 15 de mayo de 1837, tenía como objetivo recorrer  y conquistar con sus tropas el noreste español hasta la ocupación definitiva de Madrid.

 Tras sucesivos hechos de armas, más o menos equilibrados, un caluroso 22 de agosto de 1837 los batallones carlistas llegaban a la zaragozana localidad de Villar de los Navarros, donde habrían de descansar de su larga marcha. En aquel momento operaban  en Aragón, contra la Expedición Real carlista, las columnas del general Espartero que estaba en Calatayud; así como las de los brigadieres Oraa –que estaba colocado en Daroca– y Buerens, quien, recién salido de Zaragoza, se situó en Cariñena.

 El 23 de agosto, las fuerzas de Buerens entraban en Herrera de los Navarros esperando  a que allí se le unieran las de Oraa para, conjuntamente, proceder a atacar a los carlistas que se encontraban en Villar de los Navarros, a apenas ocho kilómetros de distancia. No obstante, alertado por sus exploradores del plan, en el amanecer del 24 de agosto, el Infante Don Sebastián Gabriel de Borbón (sobrino en segundo grado del pretendiente Carlos V), ordenó el despliegue de sus tropas que pronto ocuparon posiciones de combate sobre todo el valle de “La Cañada de la Cruz”, en el término de Villar de los Navarros, hacia la localidad de Herrera.

  A mediodía avanzó a su vez desde Herrera de los Navarros la columna gubernamental de Buerens, y una hora después quedaba alineada en orden de batalla frente a las posiciones enemigas. El ejército carlista obtuvo una victoria total y absoluta gracias al ataque de su caballería, que dividió en dos las columnas oponentes. El brigadier Quílez (natural de Samper de Calanda), que dirigió la carga carlista, fue gravemente herido en el combate y moriría pocos días después, en la localidad turolense de Muniesa, a causa de las heridas recibidas.

 
Pintura "Carlistas en la niebla".- Archivo J. M. Tuduri
Tras seis horas de lucha, a las siete de la tarde del 24 de agosto de 1837, la victoria  de los carlistas en Villar de los Navarros, había sido  tan arrolladora y completa que decenas de botellas de Veuve Clicquot  fueron descorchadas entre la oficialidad carlista para celebrar el éxito. Mientras, derrotados sus batallones, Buerens (perseguido al galope por un Escuadrón de la Caballería carlista) huía  en dirección a Belchite, al frente de los únicos 20 jinetes que pudieron escapar de su columna inicial, integrada por 6.000 soldados.

  La batalla de Villar de los Navarros, acaecida el 24 de agosto de 1837, fue uno de esos raros y trascendentales acontecimientos de la Historia que, en este caso, bien pudieron haber determinado la suerte de la Monarquía de España.  Sin embargo, apenas siete meses después, los acontecimientos iban a ser bien distintos: El 5 de marzo de 1838, Zaragoza era objeto de un asalto por parte del ejército carlista capitaneado por el brigadier Cabañero (turolense, de Urrea de Gaén). Pero la que iba a ser gran hazaña carlista, terminó en estrepitosa derrota y humillación para su causa.

  La batalla de Villar de los Navarros y ”La  Cincomarzada” fueron trágicos episodios de una calamitosa guerra civil en los que la casi totalidad de sus víctimas no llegaron siquiera a alcanzar el mérito de ser recordadas en la memoria, y mucho menos aún, la gloria de tener sus nombres impresos, como víctimas de ella, en las páginas de la Historia.

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