martes, 22 de noviembre de 2016

Burkina Faso en "La Gaceta de Guinea Ecuatorial"

Burkina Faso, «tierra de los hombres de bien»

Anteriormente llamado Alto Volta, en 1984 el presidente Thomas Sankara cambió el nombre del país por el actual de Burkina Faso, que en lengua diulá significa «La tierra de los  hombres de bien»

Burkina Faso, forma (junto con Mali, Níger –con los que mantiene fronteras–) y Chad, el grupo de 4 países continentales –sin salida al mar– que integran el África sahelina.  El resto de naciones fronterizas con Burkina Faso son: Benín, Togo, Ghana y Costa de Marfil, las cuatro situadas al sur del país. Las principales cuencas fluviales que riegan el suelo burkinabés (cuya superficie es de 274.200 kilómetros cuadrados, casi 10 veces superior a la extensión territorial de Guinea Ecuatorial), son los ríos Volta Blanco, Volta Rojo y Volta Negro.  Burkina Faso cuenta con una población de en torno a los 17 millones de habitantes, siendo su capital Uagadugú, con una población que supera el
millón y medio de almas. Burkina Faso proclamó su independencia de Francia el 5 de agosto de 1960. El idioma oficial de la nación es el francés, aunque también son de uso común numerosos idiomas autóctonos, siendo los más hablados los siguientes: Moré, Diulá, Gurmanché y Fulfuldé. La moneda de Burkina Faso, al igual que en Guinea Ecuatorial, es el franco CFA. El actual Presidente de la nación es Roch Marc Christian Kaboré.

El relieve físico y el clima
Como en la mayoría de los países africanos, los contrastes de climas y paisajes son una constante en el relieve físico de Burkina Faso. Así, al norte, en el área del Sahel, el paisaje es árido y seco, muy diferente a los frondosos bosques de mangos que adornan las riberas del río Volta Blanco en las que proliferan los campos de arroz.

 En cuanto a clima, Burkina Faso tiene un clima tropical con dos estaciones bien marcadas: una larga temporada seca (de octubre a abril) y una temporada de lluvias (de mayo a septiembre). Las temperaturas promedio varían entre los 12 ° y los 42º que se llegan a alcanzar en las zonas más áridas del país. Las lluvias no son muy abundantes, especialmente en el norte, caracterizado por la irregularidad y escasez  de las precipitaciones.

El baobab, que puede vivir cientos de años, es sagrado para los 
burkinabeses, que lo veneran como árbol de la vida. Foto: O.N.T.B.F
 En cuanto a bosques, al igual que en Guinea Ecuatorial la ceiba, en Burkina Faso el árbol más importante es el baobab. La belleza de estos árboles –que pueden llegar a vivir cientos de años– ha llevado a los burkinabeses  a considerarlos como el principal símbolo de la vida, y por ello son venerados y considerados como sagrados.

Etnias y tradiciones
 Tradicionalmente, dos han sido las ramas étnicas más importantes del país. En el norte, la rama Mande y en el sur la  rama Moagha. Y de ellas han derivado hasta un total de 67 etnias, que conviven armoniosamente en Burkina Faso. De ellas, la Mossi  es la más numerosa, siendo su centro sagrado el lago de los cocodrilos de Bazoule, en el que según la creencia de los Mossi, cada cocodrilo representa a un anciano de cada una de sus aldeas.

 
Mujeres de la etnia Mossi, ejecutando una danza.- Foto: O.N.T.B.F
La etnia de los Senoufo cuenta con una dinastía de 29 reyes, cuyas tumbas aún se pueden visitar en el santuario de los reyes de Ghan, en la ciudad de Obiré. Asimismo, los Senoufo tienen (como los Mossi) sus propios animales sagrados, que son los hipopótamos que viven en torno al Lago de Tengrela. Y otro de los animales representativo de África que también se halla en Burkina Faso es el elefante, cuyo reducto principal en el país se encuentra en la Reserva Natural de Nazinga.

Los hipopótamos, numerosos en torno
al Lago Tengrela, son el animal sagrado
de la etnia Senoufo
Foto: O.N.T.B.F 
Asimismo, hay que destacar la etnia de los Lobi (Hijos de la selva) y los Guruntsi, que se caracterizan por ser los constructores de hermosas de adobe decoradas con dibujos geométricos y relieves que representan animales y símbolos religiosos, las cuales están presentes en todas sus aldeas.

Otro grupo étnico importante del país es el de los Peul compuesto por tribus de pastores nómadas que continúan con la cultura de la guía del ganado, heredada de sus ancestros.

Ciudades
 La ciudad de Banfora (al suroeste de Burkina Faso, y muy próxima a la frontera con Costa de Marfil) es la capital de la etnia Senoufo y en torno a ella  se aglutina la principal zona agrícola del país. Un lugar destacado también para los estudiosos de la geología, por cuanto en esta región se encuentra el mágico paraje denominado Les Dômes de Fabédougou  (Las colinas de Fabédougou), testimonio de un antiguo mar que inundó hace millones de años estas tierras y que han dejado como recuerdo millares de rocas caprichosamente modeladas por las ahora inexistentes aguas de aquel extinto mar, cuyas semejanzas con objetos, animales y personas, pueden ser tantas como la imaginación de las personas que las contemplan.

Uagadugú
 El significado de la palabra Uagadugú, nombre de la capital de Burkina Faso, es el siguiente: “Allí donde se es recibido con honores y respeto”. Ciudad milenaria, Uagadugú fue fundada en el siglo XI por los Nyoyonsé, y tres siglos más tarde, en 1441, bajo el reinado de Naba Niandéfo, se convirtió en la capital de la etnia Mossi. Ya en 1919 fue la capital del entonces llamado país del Alto Volta,
Rocas de Les Dômes de Fabédougou en la región de Banfora,
 resultado de la erosión de un antiguo mar interior, ya desaparecido
que las modeló hace millones de años. Foto: 
O.N.T.B.F
cuyo nombre oficial es, desde 1984, Burkina Faso.

 Por su gran dinamismo (fue en 2009 la sede del Festival Panafricano de Cine y Televisión  –FESPACO–, y cada año tiene lugar en ella la celebración de la Semana Nacional de la Cultura)), Uagadugú podría estar destinada a convertirse en uno de los grandes centros culturales de todo el continente africano.

Culturalmente también importante (al suroeste de Uagadugú) es la ciudad de Bobo-Dioulasso, la segunda más grande de la nación, famosa por su música, así como por su mezquita, gran ejemplo de la arquitectura sudanesa. 

El mercado de Gorom Gorom

Puesto de frutas y verduras en el gran mercado de Gorom Gorom.
   Se celebra todos los jueves del año.  
Foto: O.N.T.B.F                              
 El jueves es el día del mercado en Gorom Gorom, el cual se realiza desde hace siglos con una doble función: económica (pues en él se venden toda clase de productos agrícolas y artículos artesanales)  y social, pues es la gran ocasión de encuentro entre mercaderes, agricultores, pastores y pequeños empresarios, que tienen en Gorom Gorom la ocasión óptima para intercambiar ideas de proyección empresarial y apertura de nuevos negocios.

 También importante es el mercado que se celebra los sábados en Bani, ciudad famosa por sus siete mezquitas, diseminadas (al igual que las siete colinas capitolinas de la antigua Roma) por las siete colinas que rodean la ciudad

Sankara, “el Che africano” amante del Jazz
 El 4 de agosto de 1984, el capitán Thomas Sankara (1949-1987) se hacía con la presidencia de su país al que cambiaba el nombre: Alto Volta, por el de República Popular de Burkina Faso. La
Thomas Sankara tocando la guitarra eléctrica en
1984, con la banda de música por él creada: “Missile Band"
primera palabra significa “hombre íntegro”, y la segunda, “tierra natal”, lo que en la lengua diulá  significa “El país de los hombres íntegros”. Un cambio de nombre oficial y simbólico, por cuanto se trataba de romper con el pasado colonial del país africano, y concretar los objetivos de su revolución, inspirada en las ideas del argentino, y líder de la revolución cubana Che Guevara. Por ello, hasta el día de su asesinato, el 15 de octubre de 1987, tras el golpe de estado protagonizado en Burkina Faso por su antiguo colaborador, Blaise Compaoré, a Thomas Sankara se le conoció con el sobrenombre de “El Che africano”. Menos conocido sin embrago es que quien dio a Burkina Faso su actual nombre, era un gran músico de jazz,  y que incluso creó un grupo de música llamado “Los Missile Band”. Asimismo Thomas Sankara fue un gran virtuoso de la guitarra eléctrica, instrumento que aprendió a tocar en la década de 1970 de la mano del compositor burkinabés
Pascal Ouédraogo Kayouré. Sankara siempre creyó que la música era la principal herramienta que tenía la revolución para propagar sus ideas y fomentar la justicia social.

lunes, 14 de noviembre de 2016

El catedrático de periodismo Carlos Elías reflexiona en EL MUNDO sobre los medios de comunicación y la sociedad actual

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Resultado de imagen de El Mundo cabecera imagen                                                      14 de noviembre de 2016

Trump y el peso de los medios       

Portada de El Mundo (España)CARLOS ELÍAS (*)

Trump ha conmocionado a politólogos y sociólogos pero, sobre todo, a los periodistas: ¿cómo explicamos en las facultades que ha ganado el candidato que tenía a todos los medios influyentes en contra -desde el New York Times al Washington Post, el Huffington Post, CNN, NBC, ABC, MSNBCUsa TodayAtlantic Magazine...-? Pocas veces medios de derecha, izquierda y centro se han unido en una campaña anti-alguien como en este caso; y, sin embargo, ese enemigo ha ganado. ¿Ya no influyen los medios influyentes?
A toro pasado resulta fácil argumentar por qué ganó, aunque algunos lo temíamos. Advertimos que el declive de la prensa tradicional y el auge de redes sociales, buscadores como Google o de fenómenos como Wikipedia -verdadero campo de batalla ideológico-, lleva aparejado un fraccionamiento de los estados de opinión mayoritarios, que ahora llamamos tribus mediáticas.
Éstas se alimentan de lo que Damian Thompson, en su libro Los nuevos charlatanes, denomina contraconocimiento y que desemboca en una pandemia de credulidad. "Ideas que en su forma original y bruta florecieron únicamente en los arrabales de la sociedad hoy las consideran en serio incluso personas cultas en el mundo occidental", señala Thompson. ésta es la estrategia de los partidos populistas desde Trump, que deslizó que Clinton era seguidora de Satán; hasta el chavismo venezolano cuyas redes sociales y medios del estado -VIVE, el canal del poder popular- extendieron la idea de que EEUU provocó el terremoto de Haití de 2010.
Estos bulos sin contrastar se reenvían por Facebook, Twitter o WhatsApp. Pero también aparecen en Google si buscamos "terremoto de Haiti + Chávez" o "Clinton + Satanás". Unas entradas los confirman y otras desmienten y el lector pinchará aquella que refuerce su creencia previa, pero ya no estará solo en su extravagante conjetura.







La intoxicación con contraconocimiento es una estrategia sin ética, pero efectiva: un ejército de trolls envía bulos a tribus mediáticas, éstas los reenvían a sus afines y a portales de noticias de internet -blogs, webs, etc.- sin ningún control deontológico pero bien enlazados a buscadores. Sabemos las técnicas para que un bulo funcione en la red: narrativas contrahegemónicas, pequeñas distorsiones de hechos reales, desprecio al método científico, aunque usemos su terminología para avalar el relato y, en general, un pánico a la verdad sustentado en la idea de que es imposible mentir cuando no se conoce la verdad.
El periodismo es un invento burgués para luchar contra los bulos. Su objetivo -el mismo que el de la ciencia moderna- es buscar la verdad y hacerla pública. La verdad conlleva un mejor conocimiento de la realidad; lo cual, en un sistema de libertades, es decir, de toma de decisiones -políticas, empresariales, laborales, médicas- nos da una gran ventaja competitiva.
Junto al método científico, el periodismo define la cultura occidental contemporánea. Hasta su aparición, la opinión pública se moldeaba en las iglesias. El ser humano es, sobre todo, social y no soporta el aislamiento. Por tanto, excepto un pequeño grupo de recalcitrantes, la mayoría aceptará el pensamiento dominante para ser tolerado socialmente. Es lo que Noelle Neumann denominó la "espiral del silencio". Ella afirmó que los medios ayudan a consolidar climas de opinión. En estos entornos, las encuestas funcionan; pero si existe un mínimo resquicio que nos confirme nuestras ideas, aunque sean absurdas, y no sentir soledad, éstas se van asentando y creamos nuestra propia tribu ideológica, ahora con soporte mediático.
La teoría de la espiral del silencio también establece que la élite -académicos universitarios, artistas, periodistas, políticos, escritores- sí se atreve a alzar la voz con pensamientos no dominantes y que, finalmente, calan en la sociedad. Es lo que ha sucedido desde la aceptación de la ciencia frente a la religión hasta la defensa de los derechos civiles. Los medios han tenido un papel relevante en el avance social: es cierto que no son anticapitalistas, como a algunos les gustaría, pero tampoco son racistas ni defienden las dictaduras o las pseudociencias. Ellos -y el establishment de políticos y, en lugar destacado, la universidad- establecían lo que era políticamente correcto: la globalización es positiva, la inmigración es valiosa, la xenofobia es repugnante... Y, los que no estaban de acuerdo, según la espiral del silencio, callaban. Clinton ha tenido el apoyo de los creadores de pensamiento: profesores de universidad, artistas y medios de comunicación. Por eso, en la teoría clásica, era impensable que ganara Trump.
Pero eso ha cambiado. Ahora estrellas televisivas polémicas como Trump, y los políticamente incorrectos, también son medios de comunicación de masas. Cuando Trump ganó las elecciones contaba con 13,5 millones de seguidores en Twitter, superando a The Wall Street Journal, considerado el diario más influyente del mundo. Por tanto, qué es Trump ¿una fuente o un medio de comunicación de masas en sí mismo? Ambas cosas y ello desmonta la teoría de la comunicación vigente. Trump, además, tenía una ventaja: él manejaba el Twitter (aunque su equipo se lo prohibió durante los últimos días) y Hillary usaba a community managers.
En las europeas de mayo de 2014 muchos se sorprendieron de que Podemos, un desconocido en la prensa, obtuviera cinco diputados y el 8% de los votos. Pero es que en aquel momento, Podemos tenía 252.270 seguidores en Facebook frente a 64.000 del PP y 61.000 del PSOEIglesias -que sí era conocido por ser tertuliano polémico incluso en televisiones de la derecha- tenía más de 245.000 seguidores en Twitter, frente a Arias Cañete (PP) con 19.913 o Elena Valenciano (PSOE) con 19.033. El pensamiento anticapitalista de Podemos antes era marginal, pero en 2014, sin que la prensa hubiese reparado en ellos, tenía más seguidores en Twitter que la ideología políticamente correcta del PP o PSOE. Las tribus son inofensivas para el sistema excepto si aparece un caudillo que, para consolidarse, sí necesita, sobre todo, de la televisión y sus programas polémicos.
En internet florecen muchas tribus: unas creen que las vacunas son peligrosas o que Clinton adora a Satanás. La información ya no es de masas. Y esas tribus, que se informan por algoritmos que eligen noticias que les hacen felices, viven en mundos paralelos donde no escuchan al otro pero donde sus ideas xenófobas, anticientíficas o antisistema son las dominantes en su microtribu. Por eso, los resultados -desde el Brexit hasta Trump- parecen increíbles para muchos (los que no pertenecen a esa tribu). No se atreven a confesar sus ideas en encuestas, pero sí en el secreto del voto.
Alternativo significa que no es masivo, pero no tendencia ideológica o verdad. Trump ganó gracias a la Alt-Right (Derecha Alternativa). Un medio mainstream aspira a tener la máxima audiencia: por tanto, ni será anticapitalista ni xenófobo. Con la tribalización de medios y audiencias, ya no funciona la espiral del silencio: existen audiencias para todos los gustos que se retroalimentan y eso aumenta la incertidumbre. Tenemos estudios que indican que internet ha favorecido incluso la información anticientífica: depende de cómo preguntes a Google sobre las vacunas, te saldrán más o menos páginas antivacunas. Si eso sucede con lo científicamente demostrado, qué no pasará con lo ideológicamente discutible.
Si buscamos a Trump en Google, la primera entrada será Wikipedia. Para términos neutros -como protón- puede que la definición sea válida, pero para los controvertidos como transgénico u homeopatía, y no digamos biografías como Hugo Chávez o Donald Trump, un ejército de defensores y detractores está continuamente editando y reeditando. Los periodistas sabemos desde siempre que la neutralidad desinforma -no procede dar dos versiones antagónicas de algo; sino la que sea cierta- y, mientras que la entrada de radiactividad en la Enciclopedia Británica la redactó Madame Curie, la de Wikipedia no sabemos de quién es ni qué interés le movió a escribirla.
   
(*) Carlos Elías es catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid (en comisión de servicios en la UNED). Su último libro es El selfie de Galileo (Península, 2015).
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