martes, 24 de septiembre de 2013

El 22 de Septiembre, Equinoccio de Otoño, dijo adiós el Verano. En la Francia revolucionaria, de 1793, y hasta 1805, esta fecha fue la del comienzo del año civil


           Ça sent bon l´Automne

    Luis Negro Marco / Santiago de Compostela


Atardecer, en la tarde del  pasado domingo 22 de
Septiembre, sobre la cima del "Monte Pedroso"
de Santiago de Compostela
.- Foto: Luis Negro Marco
Tras la Revolución Francesa de 1789, el régimen político de "La Convención" dispuso por la ley de 6 de Octubre de 1793 el empleo de un nuevo calendario para Francia y sus territorios de ultramar. La proclamación de la República en Francia tuvo efecto en 22 de Septiembre del año 1792, día del Equinoccio de Otoño. Así que, aprovechando esta casual y feliz circunstancia, los revolucionarios franceses adoptaron tal fecha como origen de una nueva Era, fijando el comienzo del año en el día civil en que recae el Equinoccio de Otoño, según el meridiano de París.
 En el nuevo calendario de los revolucionarios franceses, el año contenía 12 meses de 30 días, y los nombres de los meses, debidos al "Convencionalista" Fabre d´Eglantine tenían uniforme terminación, según las estaciones: Otoño = "Vendimiario", "Brumario", "Frimario"; Invierno = "Nivoso", "Pluvioso", "Ventoso"; Primavera = "Germinal", "Floreal", "Prairial"; Verano = "Mesidor", "Thermidor", "Fructidor". Los convencionalistas franceses pensaron que su nuevo calendario sería, como el sistema métrico decimal, adoptado por todos los países, pero... las sonoras y poéticas denominaciones mensuales, se idearon desde un claro punto de vista nacionalista,
Vendimiario (Mes de la Vendimia,) fue el nombre
que recibió el mes de Septiembre por los revolu-
cionarios franceses, en 1793
.- Foto: Luis Negro Marco
pensando únicamente en el clima de Francia.
 Siguiendo con el calendario revolucionario galo de finales del siglo XVIII, los días del mes se clasificaban en tres décadas (primera, segunda y tercera) y los nombres de los días correspondían a su orden: "primidi", "duodi", "tridi", "quartidi", "quintidi", "sextidi", "septidi", "octidi", "nonidi" y "decadi". A su vez, el año terminaba con cinco días complementarios situados después del último mes del Verano: "Fructidor", y cada cuatro años se añadía un sexto día, llamado "Día de la Revolución". Sin embargo, los "Años Sextiles", que éste era su nombre, no coincidían con los años bisiestos de nuestro "Calendario Gregoriano" (fueron los años III, VII y XI) de la Revolución. De manera que tales discordancias con el calendario europeo repercutieron también en la misma Francia, y el calendario de la Revolución duró 13 años, ya que llegado Napoleón Bonaparte al poder, lo abolió de un plumazo, por decreto de 9 de Septiembre de 1805, entrando en vigor el 1 de Enero de 1806
Por todo lo cual, si se considera que el año I del calendario revolucionario francés quedó sin utilizar (puesto que la fundación de este calendario se remonta al 15 de Vendimiario del año II)
Napoleón Bonaparte abolió el calendario francés revolucio-
nario mediante un decreto que promulgó el 9 de Septiembre
de 1805, que entró en vigor el 1 de Enero de 1806
.-
en realidad este calendario solo se utilizó durante 12 años, y  no hay documento auténtico que pueda llevar fecha del año I. El año XIV, empezado el 23 de Septiembre de 1805 (Gregoriano), solo tuvo tres meses y ocho días. Respecto a las concordancias del Calendario revolucionario francés  con el Calendario Gregoriano, éstas se encuentran en el "Annuaire du Bureau des Longitudes" o en el "Annuaire Astronomique Camille Flammarion".

 Hay que tener en cuenta que en el calendario republicano de los preconizadores de la "Paz, Igualdad y Fraternidad", el año comenzaba el día en que cae en París el Equinoccio de Otoño.  Y para determinar este suceso había astrónomos encargados de determinar el instante preciso en que se producía tal fenómeno y al punto, se fijaba, por decreto, el comienzo del año. Pero había una dificultad: El Equinoccio de Otoño ocurre alrededor de medianoche, y el menor error, podía suponer una imprecisión de un  día entero. 
 Desde una perspectiva nacionalista, los fundadores del calendario republicano que esperaban
El Otoño amarillea las hojas de árboles y
enredaderas como ésta del pazo de la loca-
lidad gallega de Ponte Maceira
.- Foto:  Luis Negro
ver universalmente aceptada su obra, cometieron un grave error psicológico, pues pretendían hacer universal un fenómeno estrictamente local, de manera que ni siquiera en la misma Francia gozó de favor el calendario revolucionario.Y es que los legisladores pasaron por alto la fuerza de la Tradición y los lazos que unen a las civilizaciones con la Historia y el poder de los aniversarios en el corazón humano. El calendario revolucionario, por el contrario, rompía con la Historia, de manera que cuando Napoleón lo abolió, desapareció sin pena ni gloria.

 Aún más: se puede decir que ni siquiera fue original el calendario francés, pues era muy similar al calendario vago del Antiguo Egipto (coincide con él en los doce meses de treinta días, con los cinco días epagómenos, la división de los días del mes en décadas, y otras tantas analogías) con el que tan solo se diferenciaba por la existencia de los años sextiles (similares a los bisiestos) que salvaguardaron al calendario republicano francés de ser vago.

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