jueves, 11 de diciembre de 2014

El sello editorial "ALBA Clásica" publica "El Carnaval de Roma", de Goethe, obra poco conocida del autor romántico alemán, en la que muestra su pasión por los viajes y la cultura popular


El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel
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Goethe con máscara

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El Carnaval de Roma
Johann Wolfgang Goethe
(ilustraciones de Georg Melchior Kraus)
Edita: Alba-Clásica; 130 páginas
Barcelona, 2014
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 Luis Negro Marco / San Marcos de Venecia

Nacido en 1749, en el seno de una familia de la alta burguesía de la ciudad alemana de Frankfurt, Goethe vivió en un tiempo decisivo para el devenir de Europa. Hasta su muerte, acaecida en Weimar en 1832, el poeta, universalmente reconocido y admirado fue testigo de dos grandes revoluciones históricas y vio cómo el período de la Ilustración, a través del Clasicismo, daba paso al Romanticismo, que marcará el rumbo del hombre moderno. De espíritu radicalmente humanista, Goethe  sintió la curiosidad que caracteriza a los genios y fue un gran estudioso de ciencias tan dispares como la geología, biología, botánica, anatomía y la mineralogía. Y así se ve en algunas de sus obras, como Metamorfosis de las plantas (1790) o Teoría de los colores (1810).

 Las fiestas no son el tema principal del autor  de “Fausto” (1772-1831), bien que el título aluda a la felicidad. Pero en el curso de sus viajes, forzosamente tuvo que participar en algunas y dejar constancia de sus impresiones. Así ocurrió con su obra  El carnaval de Roma, publicada en mayo de 1789 en Berlín, acompañada de las veinte ilustraciones realizadas a partir de dibujos de Johann Georg Schütz, que a su vez fueron grabados y coloreados por Georg Melchior Kraus junto con sus apéndices. Una obra que Goethe escribió a raíz de su viaje a Italia que inició en setiembre de 1786, y que le llevarían hasta Roma, “la capital del mundo antiguo”, a mediados de febrero de 1787, coincidiendo con las celebraciones de Carnaval.

 Goethe, que se mostraba preocupado por mantener su figura de gran poeta (él mismo había dejado
Disfraces del Carnaval de Roma que Goethe pudo contemplar en su viaje a
Italia. En la imagen, "pareja de castellanos", bailando por bulerías.
escrito: “nunca he conocido a una persona más presuntuosa que yo, y el hecho de que lo diga yo mismo, lo demuestra), intenta distanciarse en sus escritos de la fiesta. Así, en carta dirigida a Charlotte von Stein el 13 de febrero de 1787, escribe: “lo feliz que seré el martes [de Carnaval] por la noche cuando esta panda de chiflados sean reducidos al silencio”. Claro que esta carta iba dirigida a Charlotte, mujer por la que sintió un romántico e imposible amor, y es muy posible  que ante ella, el poeta cuidase mucho su fama de gran y reputado poeta y formalmente serio. Porque bien distinta es la carta que el mismo Goethe escribiría (también desde Roma) pocos días después de la anterior,  a Constantin, hijo de Charlotte: “Lo pasamos de maravilla [en el Carnaval] y a Angelika, que se acordó de ti, le habría encantado que estuvieras en la carroza con nosotros”.

 Asimismo, es muy probable que El Carnaval de Roma, de Goethe, estuviese influenciado por un género editorial que entonces hacía furor en Europa, como lo eran los libros de pequeñas escenas cotidianas ilustradas, cuyo máximo exponente fue el Tableau de Paris (1781-1788), de Louis Sébastien Mercier, que incluía más de mil estampas de la vida y costumbres de la capital francesa.

 Por otro lado, un texto contrapuesto al anterior, pero igualmente revelador y complementario sobre la extraordinaria personalidad de Goethe fue La fiesta de san Roque en Bingen. Obra que escribió con motivo de la consagración de una capilla católica en Bingen, localidad a orillas del Rin, y a apenas 70 kilómetros de Frankfurt, su ciudad natal. Goethe había asistido, casualmente a ella el 15
Otro de los dibujos que editan esta joya literaria de Goethe:
En esta ocasión, una pareja disfrazada de pescador y frascatana
con sus hijos, también disfrazados, tratando de alcanzar los dulces
que penden de la caña de pescar que sostiene su padre
de agosto de 1816, pero allí tuvo la oportunidad de vivir una festividad religiosa donde todo invitaba al recogimiento, a la piedad… pero también al vino, como caldo de unión y fraternidad que reinaba entonces entre católicos y protestantes. Y es que aquélla era la primera romería (desde la ocupación francesa, y hasta la derrota de Napoleón en 1814)  que los católicos alemanes de Bingen hacían hasta la otra orilla del Rin, para celebrar un día de fiesta en su capilla de San Roque. Goethe llega a escribir: “Por un momento parecía que la diferencia entre los grandes y los humildes, se haya abolido".  La obra vio la luz  por vez primera en 1817, y en ella el gran poeta vierte la serenidad, armonía y la descripción del espontáneo espíritu popular que entroncan (mejor que las fatuas celebraciones del Carnaval) con su honda sensibilidad filosófica y humanística.  Así, en esta nueva y cuidada propuesta de Alba editorial (casi una edición de coleccionista, por sus magníficas ilustraciones y cuidada presentación) Juan de Sola ha rescatado y reunido dos magníficas piezas del taller literario del gran Goethe: Por un lado, un fenomenal rito pagano vivido con derroche y alegría (el Carnaval) que, como (a la celebración consecuente de la Cuaresma) se enfrenta a una festividad religiosa donde todo invita al recogimiento y la piedad. Dos espléndidas crónicas que, en conjunto, ofrecen una hermosa muestra de la literatura de viajes de quien Napoleón dijo que poseía, como él mismo, “la virtud de lo completo”

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