domingo, 21 de junio de 2015

"Ensayo sobre la belleza" (parte II), por Fernando Negro Marco, sacerdote escolapio

Firmas invitadas
 (P.Fernando Negro Marco, escolapio)

El laboratorio de la belleza que cambiará el mundo

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Fernando Negro Marco,  Sch.P.

Cada ser humano es un proyecto inacabado, una obra de arte en proceso permanente de belleza interior que conecta las vibraciones estéticas con las éticas, creando así la consistencia personal o identidad esencial, por la que  se reconoce a cada individuo como único, original e irrepetible.  Podemos decir también que cada persona es un laboratorio en sí misma; en este laboratorio hay distintas salas de pruebas y de investigación donde los diversos niveles, fisiológico, fisiológico, psicológico, emocional, de relaciones humanas, el mundo de los valores, la inteligencia racional y emocional, lo supra humano y lo transcendente, han de ser permanentemente observados, entendidos, alimentados, y fortalecidos. Una persona bella es la que armoniza desde dentro todos esos niveles orientados por una luz o conducto interior al que llamamos SENTIDO VITAL. El sentido vital nos lleva  a la consciencia de nuestra valía personal, incluso cuando las circunstancias externas se empeñan en hacernos creer lo contrario. Quien ha encontrado su sentido vital está dispuesto a darlo todo por un ideal, motivado por un deseo y una pasión. En el fondo estamos ante la esencia de lo que motiva al héroe o al santo. La belleza que cambia el mundo es la belleza que cambia primeramente a una persona, a cada persona. Es la belleza del que sufre la pena ajena desde la misericordia y la compasión, porque antes él mismo se conectó con su propia vulnerabilidad y fragilidad, y se levantó del barro, y ha comprendido que lo que le define no es el producto del pasado, sino el
Agrigento (Sicilia). Septiembre 1992. F: Luis Negro
proyecto de un futuro de esperanza. 
La educación es la dinámica necesaria para que este proceso se lleve a cabo. Educar es sacar de dentro afuera, según lo entiende la mayéutica de
Sócrates; es aprender a nacer de nuevo y sorprendernos permanentemente de lo que ya somos, como plataforma para caminar y volar a lo que podemos llegar a ser. Volviendo a la interconectividad de la belleza con la bondad y la verdad, y poniéndolas en relación con la educación, no es difícil concluir que “educar en un proceso artístico donde el resultado final es la persona bella, buena, cuyo centro vital es la verdad. El fundador de la escuela cristiana, José de Calasanz, aragonés de Peralta de la Sal, definía al educador como Cooperador de la verdad. No se trata sólo de la verdad intelectual y abstracta encontrada en definiciones y fórmulas, sino sobre todo de la verdad existencial de quien ha encontrado su SENTIDO VITAL, la dirección última que, a modo de brújula, persistentemente le recuerda su razón de ser, su misión y su llamada profunda, su vocación. Somos proyecto inacabado, nostalgia de una belleza que ya llevamos dentro y que busca ser descubierta para luego ser llevada a la perfección que consiste en ser el sueño que cada cual tiene escondido en el ADN vital de la existencia. Para el creyente cristiano todo esto se conecta perfectamente con la VIDA EN ABUNDANCIA  de la que habla Jesús de Nazaret: Para eso he venido al mundo, para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). Tener vida abundante es integrar todo lo que somos y hacemos en un proyecto de vida por el que estamos dispuestos a darlo todo. Es un proyecto que puede entenderse como el TESORO escondido en un campo. El campo es nuestro ser interior. Al final, uno se da cuenta de que no hay proyecto más hermoso que el del que ama y se sabe amado. Del amor salimos, en el amor existimos, y hacia el Amor avanzamos.
Fernando Negro, Sch.P.  (Devon Prep, PA)

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