miércoles, 18 de octubre de 2023

Vergüenza

Vergüenza

                                                                         
Luis Negro Marco
(Historiador y periodista)

La organización terrorista «Hamas» (el significado literal del término es «celo» o «fervor» y abreviatura de la denominación árabe «Arakat al-Muqawama al-Islamiya»–“Movimiento de Resistencia Islámica–) fue fundada el 14 de diciembre de 1987 por el jeque Ahmed Yassin, cabeza de Hamas en Gaza y su líder espiritual, quien –por su implicación directa en numerosos actos terroristas de la organización criminal– sería asesinado por la fuerza aérea israelí en marzo de 2004.

Portada del libro: "Hamás: Política,
beneficiencia y terrorismo al servicio
de la Yihad", de Matthew Levitt.- 
Editorial Belacqua (2007)
Hamas surgió como una escisión de la rama palestina de los «Hermanos Musulmanes», movimiento islamista fundado en 1928 en Egipto (la Hermandad Musulmana sigue contando con una gran proyección en la nación) por un maestro de escuela, Hassan al-Banna, siendo su principal inspirador intelectual el también egipcio Sayyid Qutb (ejecutado en 1966 por el régimen del presidente egipcio Nasser) quien proclamaba que el Islam es la completa –y por tanto única– vía para alcanzar la justicia social en el mundo. Los postulados de la Hermandad Musulmana influyeron de manera determinante no solo en Hamas, sino también en la «Yihad Islámica» –la otra organización terrorista que opera, junto con Hamas, en la Franja de Gaza– y en Osama bin Laden –asesinado en Pakistán por fuerzas especiales de los Estados Unidos en mayo de 2011– líder que fuera de la organización terrorista «Al Qaeda», autora de los brutales atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos.

Como organización terrorista nacida y afincada en la Franja de Gaza, Hamas no puede admitir nada que no sea la lucha permanente contra Israel. Y es que desde el instante mismo en el que nació, el objetivo de Hamas ha sido el de eliminar al Estado hebreo y establecer en su lugar (ahora bajo los auspicios de Irán, que también apoya, con el mismo propósito, a la poderosa organización terrorista del Líbano «Hezbollah»: “Partido de Dios”) de un Estado Islamista en los territorios que antaño habían correspondido al Mandato Británico de Palestina (1920-1948), es decir: Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza.

En la madrugada del sábado (festividad semanal judía del «Sabbat») 7 de octubre, Hamas sorprendió a Israel cuando cerca de 2.000 terroristas de la organización lograron neutralizar los controles de seguridad y cruzaron, por distintos puntos, la valla que separa a Israel de la Franja de Gaza, perpetrando, en las horas que siguieron al asalto, el ataque terrorista más devastador que Israel ha sufrido desde la creación de su Estado (1948) y la más sangrienta masacre cometida contra judíos desde el Holocausto.

El propio secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, se refirió a estos actos terroristas perpetrados por Hamas como “una letanía de brutalidad e inhumanidad de bebés asesinados, de cuerpos profanados, de jóvenes quemados vivos, de mujeres violadas, de padres ejecutados delante de sus hijos y de niños asesinados delante de sus padres”. Mientras, los terroristas emitían en directo, usando incluso los teléfonos móviles de las personas a las que iban a asesinar, para que las vieran sus familiares, la brutalidad de sus crímenes.

Unos actos terroristas largamente premeditados, como demuestran los documentos hechos públicos por la cadena de noticias NBC News, según los cuales, los dirigentes de Hamas instruyeron a sus terroristas para que asesinaran y secuestraran, indiscriminadamente, al mayor número de personas posible. Como resultado, más de 1.500 personas (hombres, mujeres, ancianos, bebés y niños) fueron asesinadas, más de 3.000 resultaron heridas y hasta 200 fueron secuestradas y llevadas a la Franja de Gaza como rehenes.

Solo en el festival de música por la paz, que se estaba celebrando cerca del kibutz de Reim, en el desierto del Negev, fueron asesinados 260 jóvenes israelíes que hasta entonces habían estado celebrando con cantos y bailes la festividad judía de la «Simjat Torah» la alegría de la Ley–. Allí, la organización terrorista filmó y difundió videos de sus combatientes cometiendo atrocidades que incluían violaciones, decapitaciones y torturas. Una de las fotografías subidas a la red por los propios terroristas de Hamas, muestra a una joven secuestrada, tendida boca abajo y aparentemente muerta o inconsciente, llevada en la parte trasera de una camioneta hacia la Franja de Gaza, mientras sus sonrientes violadores descansan sus pies sobre las desnudas espaldas de la joven.


Es preciso tener en cuenta que Hamas ha perpetrado actos terroristas de forma sistemática siempre que ha atisbado el mínimo progreso hacia la paz. Y no solo porque no cree en ella, sino principalmente porque esta organización terrorista sería incapaz de sobrevivir en unas circunstancias en que la paz y la prosperidad constituyeran el presente de la Autoridad Palestina y el futuro de un pueblo palestino independiente en pacífica convivencia con el de Israel. Por ello, no es casual que Hamas haya lanzado ahora su ataque terrorista más brutal, precisamente en unos momentos en los que Israel estaba a punto de normalizar sus relaciones con Arabia Saudí, el Estado árabe con más influencia sobre Oriente Próximo.

De manera que nada frustra más el objetivo legítimo de establecer un Estado palestino independiente y seguro, que viva en paz y colaboración con sus vecinos, que la existencia misma del terrorismo palestino, es decir, de Hamas. Por ello, causa vergüenza que la parte del Gobierno español representada por la extrema izquierda de “Podemos” y “Sumar (a cuyos ministros pagamos el sueldo todos los españoles) lejos de calificar los ataques del 7 de octubre como terroristas, de mostrar su explícita y más firme repulsa contra los asesinatos de bebés y violaciones de mujeres por parte de los terroristas de Hamas y de mostrar sus  condolencias a los familiares de las víctimas, se hayan apresurado en responsabilizar del “conflicto” al Estado de Israel.

¡Vergüenza!

 

 


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